domingo, 15 de mayo de 2011

Ruta La Sauceda - Pico del Aljibe - Laguna del Moral - La Sauceda.


Esplendida ruta circular por el Parque Natural de los Alcornocales, en la zona donde confluyen las provincias de Cádiz y Málaga. Partiendo del Área Recreativa de La Sauceda, ascendemos por la garganta de Pasadallana y el canuto del Moro, para ascender finalmente a la cima del pico del Aljibe. Posteriormente regresamos por una cómoda pista nuevamente a La Sauceda, desviándonos brevemente para visitar la bella laguna del Moral.





Provincias: Málaga - Cádiz.
Localidad de referencia: Jimena de la Frontera. 
Tipo de ruta: Circular.
Distancia: 14,5 Kilómetros.
Época recomendada: primavera y otoño.
Dificultad: media.
Notas: Para realizar esta ruta, es preciso solicitar autorización en las oficinas del Parque Natural de Los Alcornocales.

Descargar track GPS. 


Mapa general de la ruta.

Perfil de la ruta.

Iniciamos esta ruta, en el Núcleo Recreativo Ambiental de La Sauceda, al cual accederemos por la carretera C-3331, que une Jimena de la Frontera con Ubrique. Recorridos aproximadamente unos 23 kilómetros, observaremos a nuestra izquierda, el arco que sirve de entrada al núcleo recreativo, junto a una serie de carteles indicadores. A la derecha de la carretera, encontramos una pequeña explanada, en la cual podemos aparcar nuestro vehículo.

Arco de entrada al Área Recreativa de La Sauceda.

Para comenzar, hemos de pasar a través de la pequeña cancela situada en el arco antes citado, penetrando en el interior del núcleo recreativo. Seguimos al frente, a la derecha dejamos unos carteles informativos sobre las aves de la zona, asi como un curioso reloj de sol. Poco despues, atravesamos un pequeño puentecillo hecho a base de troncos. Pronto a nuestra izquierda, vemos la caseta de recepción del núcleo, que habitualmente permanece cerrada. A nuestra derecha oímos el murmullo del agua que corre, y es que nuestros primeros pasos, van en paralelo al arroyo de Pasadallana.

Habremos recorridos unos cien metros desde que cruzamos el arco, cuando a nuestra derecha, vemos un estrecho puentecillo metálico pintado de color verde, el cual permite cruzar a la otra orilla del arroyo de Pasadallana. Aunque es posible, abordar esta ruta cruzando dicho puente y caminando por la orilla izquierda del arroyo de Pasadallana, alcanzar el poblado de La Sauceda, nosotros realizaremos otra variante del camino, por lo que no lo cruzaremos, y seguiremos a nuestro frente.

El camino se hace menos marcado, y describe una curva a la izquierda. En unos cincuenta metros, a nuestra derecha, encontramos un sedero, cuyo acceso esta bloqueado por una puerta metálica en la que encontramos un cartel que reza “SIEMPRE CERRADA GANADO SUELTO”. Abriremos dicha puerta, y nos introduciremos en el sendero, asegurándonos de dejarla posteriormente perfectamente cerrada. Inmediatamente, encontramos a nuestra izquierda una estaquilla indicadora de continuidad del sendero local SL-A 136 “La Sauceda”.

Puerta metálica que da acceso al inicio del SL-A 136 "La Sauceda".

El sendero que discurre por el margen derecho de la garganta de Pasadallana, en paralelo al arroyo del mismo nombre, comienza a ascender suavemente. Cada poco tiempo, podemos observar en las rocas, marcas de pintura blanca, indicadoras de que vamos en la buena dirección. Asimismo, cada pocos metros, encontramos clavados en el suelo, unos curiosos hitos, hechos en metal, y con forma de banderín, pintados de blanco, que marcan los bordes del camino. Para finalizar con la señalización, a distancia mucho mayor, hallamos estaquillas de continuidad del SL-A 136.

Curiosos hitos con forma de banderín.

El sendero, pronto se introduce en un magnifico bosquete de quejigo andaluz (Quercus Canariensis), también conocido como roble andaluz ó quejigo africano, los cuales en su mayoría, presentan el tronco recubiertos de musgo, así como de helechos epífitos, conocidos como pulipuli o polipodio (Polypodium cambricum), los cuales en estas fechas presentan sus frondas algo secas, ya que aunque es una especie de hoja perenne, las renueva cada año hacia el final de la primavera.

Hojas de quejigo andaluz (Quercus canariensis).

En el suelo, cubierto casi en su totalidad por hojas secas, encontramos algunos ejemplares de dedalera (Digitalis purpurea). Esta especie, que crece en terrenos húmedos y silícicos, asociada en nuestro medio, a encinas, alcornoques y quejigos, presenta, flores tubulares a modo de dedal (de hay su nombre), en racimo. Estas son de color rosa intenso por el exterior, y púrpuras en el interior. A modo de curiosidad citaremos, que esta planta junto a otras del género Digitalis, contienen una serie de sustancias, denominadas glucósidos cardíacos o digitalicos, que han sido utilizadas desde el siglo XVIII, en el tratamiento de las patologías cardiacas, en especial la insuficiencia cardiaca y algunas arritmias, debido a sus propiedades inotrópicas positivas. Entre estas las más destacadas son la digitoxina y la digoxina.

Flores de la dedalera (Digitalis purpurea).

Cuando llevamos andado algo más de cuatrocientos metros, desde que cruzamos la puerta, llegamos a un puentecillo de estructura metálica, el cual atraviesa una torrentera.
Continuamos caminando, y en unos ciento cincuenta metros,  alcanzamos un llano abierto, en el cual vemos las primeras cabañas, hoy en día reconstruidas y adaptadas para el turismo rural, del antiguo poblado de La Sauceda. Se trata de unas coquetas edificaciones realizadas en piedra, las cuales pueden ser alquiladas para pernoctar. Junto a estas, encontramos instalaciones para cocinar, duchas y una curiosa fuente circular.

Cabañas reconstruidas e instalaciones del antiguo poblado de La Sauceda.

Proseguimos y en ciento cincuenta metros, encontramos un puente construido en madera, mediante el cual cruzamos a la orilla opuesta del arroyo de Pasadallana.

Puente de madera que cruza el arroyo de Pasadallana.

Continuamos caminando entre cabañas, para llegar finalmente a una explanada en la cual encontramos las ruinas de la ermita del antiguo poblado. Adosada a estas en su lateral derecho, existen unos fogones para cocinar, y cerca unos techados con lonas en los laterales, en cuyo interior se encuentran mesas y bancos. Por los alrededores, un grupo de vacas pastan a su antojo, con total tranquilidad.

Ruinas de la ermita de La Sauceda.

Hagamos un breve inciso en nuestro camino para hablar un poco de la historia de La Sauceda:
Lo que actualmente se conoce como La Sauceda, era conocida en tiempos inmediatamente posteriores a la reconquista por el término árabe de Acanafora.
Durante el cuarto final del siglo XVI, la zona de La Sauceda, se constituyó en el último reducto de la sublevación morisca en la Serranía rondeña, aplastada finalmente por las tropas de Felipe II.
Posteriormente la zona sirvió de refugio a personas que se dedicaban al pillaje y al asalto de aquellos que se aventuraban por estos lares. Podríamos denominarlos actualmente como bandoleros, siendo considerados en su época como “desahuciados”. Parece ser, que del término desahuciados, derivó el nombre de La Sauceda por el que acabó siendo conocido el lugar. Durante varios siglos, la zona fue habitada por estas personas, creando un poblado que llegó a tener unas cincuenta casas y una ermita. Algunos de sus habitantes, se dedicaban a oficios honrados como el pastoreo, el carboneo y el corcho.

En los alrededores de la ermita, las vacas pastan apaciblemente.

Mucho después, ya en el siglo XX, inmediatamente tras el estallido de la Guerra Civil, en el año 1936, el poblado de La Sauceda, se constituyo, en un punto de paso obligatorio, para aquellos, principalmente de ideología anarco-sindicalista, que viendo peligrar su integridad, huían desde la provincia de Cádiz en manos nacionalista, hacia la Málaga republicana. Se constituyo de este modo en dicho lugar, un campamento que fue ampliándose progresivamente, hasta que las fuerzas del General Franco decidieron acabar con él, utilizando la aviación alemana de la Legión Cóndor, para bombardearlo desde el aire mientras que era atacado por varias columnas en tierra. En dicho ataque la ermita quedo destruida, tal y como atestiguan sus actuales ruinas. La campana de la ermita tras el bombardeo, fue trasladada a la cercana población de Ubrique. Tras estos hechos, el lugar quedó despoblado.

Proseguimos nuestro camino. Si nos situamos mirando a la fachada principal de la ermita, donde está la puerta de entrada, a nuestra derecha, veremos algo más allá, un vallado realizado en madera y alambre, en el que hay una estrecha angarilla, a través de la cual pasaremos para desembocar en un carril. En este punto encontramos unos carteles que nos indican hacia el Aljibe a la izquierda, y hacia la laguna del Moral a la derecha. Encaminamos nuestros pasos a la izquierda en dirección al Aljibe.

El sendero discurre ahora por un magnifico alcornocal.

El carril discurre por la margen derecha de la garganta de Pasadallana, encajado en un magnifico alcornocal, cuyo suelo se encuentra completamente tapizado por un maravilloso sotobosque de helechos comunes (Pteridium aquilinum). Nuestros pasos son cómodos, y cada vez nos acercan más al arroyo de la garganta de Pasadallana, el cual vemos a nuestra izquierda. En las proximidades del arroyo, podemos ver también ejemplares de quejigo andaluz.

El suelo está repleto de helechos comunes (Pteridium aquilinum).

Pronto, comenzamos a ver junto al arroyo los primeros ejemplares de Ojaranzo (Rhododendron ponticum). El Ojaranzo, es un rododendro de porte arbustivo que alcanza hasta tres metros de altura, con hojas perennes más o menos lanceoladas de color verde intenso. En esta época del año, podemos verlos repletos de grandes y bellas flores de una tonalidad rosa-violácea. El Ojaranzo, es conocido también en algunas zonas como Revientamulas, debido a que contiene alcaloides que son tóxicos para el ganado.

Ojaranzo (Rhododendron ponticum).

Detalle de las flores del ojaranzo.

En el cauce del arroyo, podemos observar gran cantidad de rocas dispersas, las cuales pertenecen al tipo denominado como areniscas del Aljibe. Una gran mayoría de ellas, se encuentran tapizadas por musgos, así como por algunos helechos.

Constantemente a nuestros pasos, el arroyo y la vegetación se conjugan para ofrecernos rincones de gran belleza para nuestro deleite.

Bello paisaje en la garganta de Pasadallana.

Cuando llevamos recorridos aproximadamente unos setecientos cincuenta metros desde que transpusimos la angarilla cerca de la ermita de la Sauceda, a nuestra derecha aparece un enorme bloque de piedra arenisca, cubierta en algunos puntos por vegetación trepadora. Se supone, y digo se supone por que fuimos incapaces de encontrarlo, que en sus inmediaciones se encuentran las ruinas del denominado molino de Cuevas. La localización de estas ruinas, queda como asignatura pendiente para una nueva excursión futura por estos lares.

Enorme bloque de arenisca junto al sendero.

Continuamos caminando, para pronto pasar por las proximidades de un par de pequeños chorros de agua. Primero dejamos a nuestra izquierda uno de menor tamaño, para al poco encontrar a nuestra derecha otro algo mayor.

Chorro de agua a la izquierda del sendero.

A partir de este punto, el sendero se estrecha, y comienza a apartarse del cauce del arroyo, a la par que se empina ganando altura. Al poco rato, a nuestra izquierda, pasamos junto a un curioso quejigo.

Curioso quejigo junto al sendero.

Al poco, la pendiente se suaviza. En nuestro caminar, tendremos que salvar algunos reguerillos de agua que descienden hacia el arroyo de Pasadallana. Cuando llevamos recorridos alrededor de seiscientos metros desde el gran bloque de piedra arenisca, alcanzamos a nuestra derecha un depósito de agua adosado al cual encontramos una fuente.

En escasos metros desembocamos en un amplio carril, el cual tomaremos a la derecha, ya que si lo hiciéramos a la izquierda, regresaríamos al Área Recreativa de la Sauceda, dando un amplio rodeo. Sin embargo, esta alternativa, puede ser utilizada para regresar al punto de inicio en caso de que la oscuridad, la niebla densa, o cualquier otra incidencia nos sorprendan, ya que es un camino amplio, bien marcado y llano.

Comenzamos a caminar por el carril. Desde este punto, si miramos a nuestra derecha, gozamos de un amplio horizonte despejado, pudiendo vislumbrar desde otra perspectiva, los terrenos que acabamos de atravesar.

Panoramica desde el carril.

Caminaremos aproximadamente unos trescientos ochenta metros por el carril, cuando a nuestra izquierda, divisamos un pequeño chorro de agua. Junto a este, indicado por un cartel de madera que reza “SENDERO PICO DEL ALJIBE”, parte la senda por la cual debemos de encaminar nuestros pasos. En los alrededores observamos abundantes helechos comunes de gran porte. Para poder recorrer este sendero, es preciso disponer del pertinente permiso expedido por la oficina del Parque Natural. El sendero, comienza a ganar altura adentrándose en el denominado canuto del Moro, o canuto de los Sauces.

Pequeño chorro de agua junto al inicio del sendero.

El inicio del sendero está convenientemente selalizado.


Bajo el termino canuto, se denomina al fondo de los barrancos escavados por la erosión en las areniscas silíceas. Poseen por lo general un perfil en forma de V, lo que origina un ambiente umbrío, y con alta humedad relativa. La altitud a la que se encuentran, el régimen de vientos predominantes y su situación geográfica y orientación, hace que con frecuencia en ellos se encajone la niebla. Todo esto, permite el desarrollo de una vegetación particular, reminiscencia del periodo terciario, de tipo laurisilva. Las especies vegetales predominantes en los canutos, son acebos, laureles, avellanillos, ojaranzos, durillos y diversos tipos de helechos, así como quejigos y alcornoques.

Gran alcornoque de extrañas formas junto al sendero que asciende el canuto del Moro.

Subiendo el canuto del Moro, podremos encontrar varias especies de helechos.

Ascendemos por el canuto del Moro. Tendremos que recorrer aproximadamente un kilómetro para ascenderlo completamente. En esa distancia, superaremos un desnivel aproximado de unos 250 metros verticales. El esfuerzo de la subida, se ve recompensado por los magníficos paisajes que impresionan nuestra retina, más propios de latitudes subtropicales que de Andalucía. Tendríamos que desplazarnos a las islas macaronesicas (Azores, Canarias, Cabo Verde, Madeira e Islas Salvajes), para encontrar un paisaje similar. Debido al elevado valor ecológico de este enclave, nuestro comportamiento debe ser ejemplar al atravesarlo. No abandonaremos el sendero, no recolectaremos plantas y por supuesto no arrojaremos basura.

La umbria predomina en el interior del canuto del Moro.

Poco después de alcanzar la cota de los mil metros, encontraremos un sendero a nuestra izquierda, el cual ignoraremos. Caminamos ahora por un terreno donde predomina el alcornoque. En unos ciento veinte metros, la arboleda ralea, a la par que alcanzamos un cruce, en el cual confluyen tres senderos. El primero de ellos, es el que traíamos nosotros, y se encuentra señalizado por un cartel de madera que reza “A LA ERMITA”. El segundo, se abre a nuestra derecha, y no se encuentra señalizado. No lo tomaremos, y mas adelante señalaremos donde conduce. El tercero y último se inicia a nuestra izquierda. Está señalizado con un cartel de madera rotulado con “SENDERO PICO DEL ALJIBE”. Tomaremos por este.

El alcornocal ralea. Tomamos el sendero de la izquierda indicado por un cartel.

El paisaje ha cambiado ahora radicalmente. Los árboles han desaparecido totalmente, dando paso a un matorral, que recibe el nombre de matorral de herriza, debido al color rojizo del suelo rico en hierro sobre el que se asienta. Las especies principales que encontramos en este matorral, son brezos, jaras, robledillas, coscoja, jaguarzos y engordatoros. Es frecuente la presencia de fuertes vientos en esta zona, así como de niebla.

Los árboles han desaparecido. Ahora predomina el matorral de herriza.

Caminamos por el sendero. A nuestra derecha vemos como vamos en paralelo a un murete de piedra, el cual actúa de divisoria entre la provincia de Málaga y la de Cádiz. A nuestro frente, vemos cada vez mas cerca la mole de arenisca que constituye la denominada Pilita de la Reina. En escasos cuatrocientos metros estaremos en la base de la Pilita de la Reina. Para rodearla tenemos dos opciones, o bien por su derecha, atravesando una cancela metálica que veremos en el muro a nuestra derecha, dejándola tras nuestro paso perfectamente cerrada, ya que es frecuente encontrar ganado en la zona, o bien por su izquierda, para ello proseguiremos unos metros mas, hasta encontrar un paso antiganado por el cual nos introduciremos. En cualquiera de los dos casos, acabamos de entrar en la provincia de Cádiz, mas concretamente en el termino municipal de Alcalá de los Gazules. En la parte superior de la Pilita de la Reina, existe una tumba antropomórfica tallada en la roca, la cual suele contener agua. Dice la leyenda que la reina Isabel La Católica durante la guerra de Granada se aseó en ella. De este hecho deriva el nombre actual del bloque de arenisca.

Llegando a la Pilita de la Reina.

De las proximidades de la Pilita de la Reina, parte a la derecha, un carril bien marcado, el cual se dirige a Puerto Oscuro y al Área Recreativa del Picacho. No tomaremos por el.

A nuestro frente, a unos escasos ochenta metros de la Pilita de la Reina, se encuentra el pico del Aljibe. Nos dirigimos hacia el siguiendo el senderillo existente, rodeados de abundantes brezos y robledillas. Al poco tras subir una pequeña escalerilla realizada con piedras, accedemos al emplazamiento del vértice geodésico del Aljibe, el cual esta roto, estando sus restos dispersos por los alrededores. Con cuidado, sobre todo si hace fuerte viento, podemos acceder a la cima del Aljibe con sus 1.091 metros.


Cima del pico del Aljibe (1.091 m). A la derecha el pantano de Barbate. A la izquierda las instalaciones del E.V.A.-11.

Placa del destruido vertice geodesico.

Situados en el pico del Aljibe, las vistas son magnificas, destacando el embalse de Bárbate, y en el próximo pico del Montero, las instalaciones del E.V.A.-11 (Escuadrón de Vigilancia Aérea 11), dotado con un radar Indra Lanza 3D. En días claros podemos divisar también la silueta de las cordilleras africanas, el estrecho de Gibraltar y la bahía de Cádiz. En nuestro caso, el fuerte viento presente, nos convence de abandonar pronto la cima.

Pantano de Barbate desde el pico del Aljibe. El brezo, la jara y la robledilla predominan en los alrededores.


Instalaciones del E.V.A.-11 en el cercano pico del Montero.

Proseguimos nuestro camino. Comenzamos a desandar el camino realizado, descendiendo por el canuto del Moro, hasta alcanzar nuevamente el carril desde el que iniciamos el ascenso. Una vez en el lo tomaremos a la izquierda (mismo sentido por el que caminamos antes por el).

La niebla es un fenomeno frecuente en la zona (21/11/2009).

En dicho caso extremaremos las precauciones para no desorientarnos o disistiremos de la excursión (21/11/2009).

Caminamos por el carril, el cual asciende suavemente. Cada poco, encontraremos rincones de gran belleza, donde la vegetación integrada fundamentalmente por alcornoques, quejigos y helechos comunes, junto con las múltiples rocas de arenisca se combinan de forma magistral. Algunos quejigos y alcornoques alcanzan un gran porte, presentando troncos tortuosos. Asimismo los helechos comunes alcanzan hasta más de un metro de altura.

Rincón de gran belleza.

Cabe señalar que en el otoño, las frondes del helecho común se secan, pero previamente se tiñen de una coloración amarillento-anaranjada-rojiza, la cual contrasta con el verdor del musgo que recubre los bloques de arenisca, ofreciendo un paisaje espectacular. Asimismo hay que señalar la riqueza micologica otoñal de esta zona.

En otoño los helechos comunes con sus frondes anaranjadas aportan un gran colorido (21/11/2009).

Seguimos ascendiendo algo más de kilómetro y medio. Aproximadamente cuando alcanzamos la máxima altura, el horizonte se despeja, dejándonos ver el paisaje circundante. A la derecha podemos apreciar la inconfundible silueta del peñón del Buitre, mientras que a la izquierda, si el día es claro, podemos ver alguno de los brazos del embalse de Guadalcacin.

Panoramica. A la derecha el peñón del Buitre.

Paisaje. Al fondo parte del embalse de Guadalcacin.

El camino inicia un suave descenso. Al poco, cuando llevamos recorridos alrededor de un kilómetro setecientos metros desde que retornamos al carril, a nuestra izquierda, encontramos un sendero. No lo tomaremos. Si lo tomáramos, tras recorrer aproximadamente dos kilómetros, apareceríamos en el cruce de tres caminos próximo a la Pilita de la Reina, por el ramal de la derecha, que dijimos que mas adelante indicaríamos donde se dirigía.

El camino comienza a descender mas decididamente, describiendo numerosas curvas. En algunos puntos del camino, podemos encontrar reses de vaca retinta, las cuales viven en semilibertad en la zona. Debemos ser respetuosos con el ganado, el cual nos observa curioso al pasar. Cuando llevamos recorridos dos kilómetros doscientos metros, desde el desvío anterior que no tomamos, a nuestra izquierda, en una cerrada curva, aparece un nuevo sendero el cual ignoraremos.

En nuestro camino encontraremos numerosas reses, que nos miran curiosas al pasar.

La pendiente del descenso se suaviza. Tras recorrer otros ochocientos treinta metros, veremos a nuestra derecha, un pequeño cartel que indica hacia la laguna del Moral.
Nos desviamos del carril hacia la derecha, siguiendo un tenue senderillo, para en unos ciento cincuenta metros alcanzar el vallado que rodea completamente a la laguna del Moral. Junto a un cartel informativo del parque natural acerca de la laguna, encontraremos una angarilla a través de la cual podremos entrar dentro del vallado para acercarnos a la orilla. Debemos cuidar de que dicha angarilla quede perfectamente cerrada antes de que abandonemos el lugar, ya que la laguna está restringida al uso del ganado.

Cartel informativo de la laguna del Moral.

En la laguna del Moral, encontramos un idilico paisaje.

La laguna del Moral, esta situada a la sombra de numerosos quejigos, constituyendo un rincón auténticamente idílico, que invita a la paz y al descanso. Sus aguas, que presentan una coloración que oscila entre el marrón y el verde, proceden en exclusividad de los aportes de las precipitaciones, por lo que según sea el año de rico en lluvias, su contenido en agua puede oscilar mucho, desde estar completamente plena de agua, hasta en algunas ocasiones llegar incluso a secarse.
La laguna y sus alrededores, ricos en quejigos y alcornoques de gran porte, están incluidos en el Catalogo de Árboles y Arboledas Singulares de Andalucía, dentro de su apartado de la provincia de Málaga, como arboleda singular, con el nombre de “Alcornocal de la Laguna del Moral”.

La laguna se nutre exclusivamente de las precipitaciones, no estando ligada a ningun curso de agua.

La laguna y sus alrededores está catalogada como arboleda singular de Andalucía.

Tras un largo rato descansando en dicha laguna, regresamos al carril, para proseguir en la misma dirección que traíamos previamente. Tras caminar unos doscientos metros nos toparemos con una cancela la cual se encuentra cerrada con una cadena y un candado. Si nos fijamos a su izquierda, veremos un estrecho enrejado de color verde. Los dos barrotes centrales del enrejado, se pueden desplazar, permitiéndonos el paso a través de ellos.

A la izquierda, paso antiganado por el que hemos de introducirnos.

Tras sortear la cancela, el paisaje se abre, desapareciendo casi en su totalidad el arbolado. Recorremos ahora un terreno adehesado, destinado a la cría de ganado vacuno.
Recorridos unos setecientos cincuenta metros más, encontraremos otra cancela de características similares a la anterior, la cual sortearemos por el mismo procedimiento.

Recorremos ahora un paisaje abierto y adehesado decicado a la cria de ganado vacuno.

Pocos metros después a nuestra derecha, se abre un carril. En este punto tenemos dos opciones. O bien tomamos este nuevo carril, el cual tras recorrer aproximadamente un kilómetro y medio, nos llevará a la explanada de la ermita de la Sauceda (es el ramal derecho del carril que allí se toma tras cruzar la angarilla y que estaba indicado hacia la laguna del Moral con un cartel), y desde allí regresaremos al Área recreativa de la Sauceda desandando el mismo camino que al comienzo; o bien, tal y como nosotros preferimos en ese momento, seguiremos por el mismo camino que traíamos.

Tras recorre, siempre en suave descenso, unos cuatrocientos setenta metros, alcanzamos una angarilla, la cual dejaremos cerrada a nuestro paso. Cada vez observamos más próxima a nosotros, la carretera C-3331. En trescientos metros, alcanzamos las edificaciones de la casa forestal, las cuales quedan a nuestra izquierda.

Llegando a la casa forestal.

Cien metros mas allá, encontramos una nueva cancela, que igualmente cerraremos tras pasar. Cincuenta metros mas adelante, encontramos la ultima cancela que atravesaremos y del mismo modo la dejaremos cerrada.

En este punto enlazamos la carretera C-3331.

Tras recorrer otros cincuenta metros, alcanzaremos finalmente la carretera. Tomaremos por el arcén hacia la derecha, y tras caminar unos cien metros por el llegaremos nuevamente al arco de entrada al Área recreativa de la Sauceda, junto al cual dejamos aparcado nuestro vehículo. Finalizamos aquí esta bella excursión, la cual nunca deja indiferente al senderista.


Bibliografía.

-         Sánchez Sánchez, Antonio Joaquín. “Parque Natural de los Alcornocales – Guía del Excursionista”. Editorial La Serranía. Ronda 2010.
-         Flores Domínguez, Rafael. “Las 25 mejores rutas por los espacios naturales protegidos de la provincia de Málaga”. Editorial La Serranía. Ronda 2009.
-         Becerra Parra, Manuel. “Guía botánica de la Serranía de Ronda”. Editorial La Serranía. Ronda 2008.
-         Becerra Parra, Manuel. “Valle del Guadiaro – Guía del Excursionista”. Editorial La Serranía. Ronda 2005.
-         Varios autores. “Árboles y Arboledas Singulares de Andalucía – Málaga”. Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía. Sevilla 2004.

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