domingo, 15 de junio de 2014

Ruta por el Monumento Natural del Desfiladero de Las Xanas. Del Área Recreativa Las Xanas a Pedroveya.



Bella y cómoda ruta realizada el 15 de junio de 2014, la cual partiendo del Área Recreativa de las Xanas, nos conduce hasta el típico pueblo asturiano de Pedroveya, recorriendo el impresionante desfiladero de las Xanas, en gran parte por una senda tallada en la propia roca del cañón. Puede llevarse a cabo como ruta familiar.







Comunidad Autónoma: Principado de Asturias.
Comarca: Oviedo.
Concejos: Santo Adriano y Quirós.
Parroquias: Villanueva de Santo Adriano y Pedroveya.
Localidad de referencia: Villanueva de Santo Adriano.
Tipo de ruta: Lineal.
Distancia: 9 kilómetros (ida y vuelta).
Época recomendada: Todas.
Dificultad: Baja.
Notas: Aunque este sendero, está homologado como sendero de pequeño recorrido PR AS-187, no encontraremos en su recorrido ningún hito, o poste indicador perteneciente a dicho PR. Asimismo en los tramos más encañonados del desfiladero, el GPS, se vuelve loco. Dicha perdida de precisión no nos ha de extrañar debido al poco “cielo visible” que el aparato dispone para recibir la señal de los satélites, así como tampoco ha de preocuparnos, ya que no hay perdida de la orientación posible.



Nunca se sabe en esta vida hacia donde encaminaremos nuestros pasos. La celebración de la boda de mi amigo Jaime, con una chica asturiana, hizo que el pasado día 13 de junio del presente año, me desplazara hasta Oviedo, para asistir al alegre acontecimiento. Y como no, una vez recorridos los casi mil kilómetros que separan mi tierra malagueña, de la capital asturiana, es lógico, plantearse realizar en la zona unas pequeñas escapadas al medio natural. El tiempo disponible para ello, era escaso, abarcando únicamente dos días. Por lo tanto, habría que elegir bien los objetivos. Los Lagos de Covadonga, eran prácticamente una visita obligada, reservándose el lunes 16 de junio para ello, intentando huir de la posible masificación del fin de semana.
Para el domingo 15, (día de resaca posterior a la boda), la elección no era tan clara, barajándose alguna ruta corta por el Parque Natural de Somiedo, o alguna otra que nos acercara a espectaculares paisajes costeros. Casi por casualidad, realizando búsquedas por Internet, abrí una página que describía esta sencilla ruta por el desfiladero de las Xanas. Las dudas se despejaron. Cercanía a Oviedo, corta distancia, desniveles no muy acusados, paisaje interesante, posibilidad de visitar un típico pueblo asturiano. ¡Está seria la ruta!


Catedral gótica de Oviedo y sus alrededores.


Ayuntamiento de Oviedo.


Edificio de la Junta General del Principado de Asturias en Oviedo. Seria el equivalente al Palacio de San Telmo (Sevilla) para la Junta de Andalucía.

La mañana del día 15 de junio, amanecí más pronto y en mejor estado de lo que yo me esperaba (uno que no es muy aficionado a los excesos. Ja, ja, ja). El caso es que a eso de
las ocho de la mañana, ya estaba desayunando, y casi dispuesto a salir al encuentro de las xanas.

Pero a todo esto, ¿qué son las xanas?. Las xanas, son unos de los personajes más conocidos de la mitología asturiana y leonesa. Se trata de hadas, las cuales habitan junto a zonas de aguas puras y cristalinas, tales como arroyos y cascadas. Suelen tener una baja estatura y extraordinaria belleza, ataviadas con túnicas, y con largas cabelleras rubias, que se entretienen en peinarse junto al agua.
Suelen ser hadas encantadas, poseedoras de una gran riqueza. Suelen mostrarse en la madrugada del primer día del verano (la noche de San Juan), esperando a que algún valiente la desencante mediante alguna prueba. Si logra superar la prueba, el afortunado recibirá como recompensa el tesoro de la xana. Sin embargo si no la supera, la xana le puede castigar con alguna penuria, llegando incluso a provocarle la muerte (¡que simpática!).


Mapa general de la ruta.


Perfil de la ruta.

Para alcanzar el inicio de nuestra ruta, tendremos que salir de Oviedo, por medio de la A-63, en dirección Grado-La Espina. En pocos kilómetros, tomaremos la salida en dirección a Trubia. Nos incorporamos a la carretera AS-228, que nos llevará en paralelo al cauce del río Trubia. Continuamos por la AS-228, y pasamos las localidades de Trubia, San Andrés y Tuñón. A unos 1.500 metros tras pasar Tuñón, y unos 300 metros antes de llegar a la localidad de Villanueva, a nuestra izquierda se abre un desvío, que en escasos metros nos conducirá al Área Recreativa del Molín de les Xanes (Molino de las Xanas), también conocida como Área Recreativa Las Xanas. Estacionaremos allí nuestro vehículo. En este punto comienza nuestra ruta. Desde Oviedo, habremos recorrido aproximadamente unos 25 kilómetros.

Un inciso. No soy muy amigo de los llamados teléfonos inteligentes (smartphones), los cuales actualmente tanto tiempo consumen de nuestra vida, y que en muchos casos nos desconectan del medio en que nos encontramos. Aunque si reconozco algunas de sus bondades. Una de ellas, es la aplicación Navigation. Esta aplicación es muy útil en caso de no dominar el terreno por el que te mueves (hablo de las carreteras). En ella puedes programar el punto de partida, y el punto de destino al que quieres llegar. Pones en marcha la aplicación, y esta, por medio de mensajes de voz y gráficos, te va indicando el camino que debes seguir. La empleé por primera vez en este recorrido, y aunque no confío en ella al cien por cien, me pareció muy útil. Eso si, consume gran cantidad de batería, y por si acaso, recomiendo llevar un buen mapa de carreteras o un croquis del camino a seguir.


Punto de inicio de la ruta, el Área Recreativa de Las Xanas.

Por detrás del Área Recreativa de las Xanas, pasa la carretera AS-360 (también denominada RA-1), prolongación del ramal por el que accedimos al área recreativa, y que se dirige hacia el pueblo de Tenebredo. Comenzaremos a caminar por ella. A nuestra derecha, observamos la presencia de un bar. Caminaremos por la AS-360, extremando las precauciones, aunque el flujo de automóviles es escaso y presenta a modo de una acera, hasta recorrer aproximadamente unos cuatrocientos metros. En este punto, observaremos a nuestra derecha, como parte en ligero ascenso un sendero. En el comienzo de este, encontraremos una losa de piedra, de respetable tamaño, en cuya superficie tiene labrada “DESFILADERO DE LAS XANAS”. Junto a esta encontramos también un panel informativo acerca de la ruta, el cual se encuentra, la verdad sea dicha, bastante perjudicado, necesitando su renovación.


Punto de inicio del sendero del Desfiladero de Las Xanas.


Cartel informativo en bastante mal estado de conservación.

Sin más dilación, nos introducimos en el sendero. Comenzamos a ascender poco a poco. A nuestra derecha, abajo, contemplamos la carretera por la cual hemos alcanzado el inicio del sendero. Más allá, vemos el valle del río Trubia, con la población de Villanueva de Santo Adriano en su fondo, la cual se nos antoja desde esta posición a un tiro de piedra.


Recorremos los primeros metros del sendero. Abajo vemos la carretera por la que hemos caminado. Al fondo se extiende el valle del río Trubia y la población de Villanueva.

El sendero, que inicialmente esta flanqueado de vegetación, al poco comienza a atravesar parajes más agrestes y rocosos. Pronto realiza un giro de prácticamente noventa grados a la izquierda, introduciéndose de lleno en el desfiladero propiamente dicho, sorprendiéndonos gratamente con las imágenes que se extienden delante de nosotros.


Al comienzo el sendero está flanqueado de vegetación...


...Pero pronto se transforma en mucho más agreste y rocoso.

El Desfiladero de Las Xanas, es un cañón, de aproximadamente unos dos kilómetros, formado por las aguas del arroyo Viescas o de Las Xanas (afluente del río Trubia), en las rocas calizas de la vertiente oeste de la sierra del Aramo. Se realiza su transito, por medio de una senda tallada en la roca, a media ladera, en la margen derecha del arroyo Viescas, la cual fue abierta durante la década de los treinta del siglo pasado, con el fin de comunicar por medio de una carretera, los pueblos de Pedroveya, Rebollada y Dosango, con el valle del Trubia y Villanueva. Este proyecto fracasó, siendo utilizadas las obras de dicha empresa, actualmente para la actividad senderista. El Desfiladero de Las Xanas, fue declarado Monumento Natural en el año 2.002. La ruta del Desfiladero de Las Xanas, es conocida también en los círculos senderistas como el “Pequeño Cares”, comparándola con la ruta de la Garganta del Cares o Garganta Divina, situada también en Asturias, en el corazón de los Picos de Europa.



Villanueva de Santo Adriano.

Cuando llevamos recorridos aproximadamente unos trescientos metros desde el comienzo del sendero (cartel), alcanzamos un pequeño túnel, el cual se conoce como túnel de La Cerezal.


Túnel de La Cerezal.

Lo atravesamos, y entramos en la zona conocida como Valle Pequeño. A nuestra izquierda, tenemos las moles rocosas del Pico Valle Grande (739 m.), mientras que al otro lado del desfiladero, a la derecha, vemos la ladera del Alto de La Habana. A nuestras espaldas, vemos el valle del Trubia con la población de Villanueva.


Entramos en el denominado Valle Pequeño.


Volviendo la vista atrás.

Muy lentamente, casi sin darnos cuenta, vamos ganando altura. Atravesamos ahora la parte más abrupta del desfiladero, con caídas que en algunos puntos superan los noventa metros. Sin embargo el sendero es amplio, y en ningún momento nos transmite sensación de inseguridad o vértigo. Eso si, hay que estar vigilante con las numerosas piedras que sobresalen del suelo, ya que un mal paso nos podría hacer caer, cosa poco recomendable dada nuestra localización.


Pequeño puentecillo.


A la izquierda llevamos las caídas del Pico Valle Grande, y a la derecha el Alto de La Habana.



En algunos tramos (los más aéreos), se han instalado a modo de unos pasamanos, hechos con gruesas cuerdas, a los que podemos asirnos, en caso de necesitar una sensación adicional de seguridad. En algunas zonas, el cordaje no se encuentra en demasiado buen estado, tenedlo en cuenta.


Pasamano realizado con cuerda gruesa, para darnos una sensación de seguridad extra.



En el fondo del cañón, apreciamos una exuberante vegetación, la cual en muchos tramos nos impide ver el fondo del barranco. En algunos puntos más abiertos, conseguimos ver el cauce del arroyo Viescas.


Sencillamente impresionante.




En algunos tramos del sendero, encontramos una exuberante vegetación de helechos.





Al poco, observamos como el desfiladero se encajona cada vez más. Asimismo, escuchamos el potente rumor del agua que corre por la parte baja del barranco. Tras recorrer aproximadamente unos cuatrocientos metros desde que atravesamos el túnel, alcanzamos un segundo túnel, el cual se conoce como túnel de La Virgen.


Túnel de La Virgen.


Túnel de La Virgen visto desde su salida.

Tras cruzarlo, entramos en el denominado Valle Grande. En menos de cien metros, nos encontramos caminando por un magnifico bosque integrado por hayas, fresnos, robles…, y cuyo suelo se haya tapizado por un bello sotobosque en el cual destacan gran numero de helechos.


Caminando por el bosque de planifolios del Valle Grande.


Bajo los árboles crecen multitud de helechos.

Recorridos aproximadamente unos ciento cincuenta metros desde que entramos en el bosque, a nuestra izquierda, encontraremos la pequeña boca de acceso a una antigua mina, hoy en día abandonada. En el suelo, tirados veremos yacer gran número de troncos, los cuales hace un tiempo (según he visto en fotografías), formaban una empalizada que obturaba la entrada de la mina. Ser prudentes, y no introducirse en la mina. Las minas abandonadas son lugares peligrosos e imprevisibles.


Boca de mina abandonada.

El arroyo, siempre situado a nuestra derecha, ahora no se encuentra a decenas de metros por debajo nuestra como antes, sino que solo está unos pocos de metros más abajo. A nuestro paso, vemos alguno que otro salto de agua, así como numerosos puntos por los que podríamos bajar hasta el cauce fácilmente, existiendo rincones ideales para tomar un refrigerio y descansar.

Recorridos unos cien metros desde la entrada de la mina, alcanzamos uno de los mayores saltos de agua del recorrido, el cual forma una poza, en la cual incluso podríamos darnos un baño si quisiéramos. Junto a esta, en la otra orilla, y bastante oculto por la vegetación, podremos ver las ruinas de un antiguo molino.


Salto de agua. Casi invisible entre la vegetación se ve el muro de un antiguo molino, el primero de los tres que veremos en la ruta.

Proseguimos. En otros cien metros desde el salto de agua antes descrito, alcanzaremos un pequeño puente de madera sobre el cauce del arroyo Viescas. Lo cruzamos. Pasamos por primera vez a caminar por  la otra orilla del arroyo.


Puente de madera sobre el arroyo Viescas.

Caminamos en ascenso a la sombra del bosque. En unos cien metros, a la izquierda, abajo junto al cauce del arroyo, encontramos las ruinas de otro antiguo molino, en cuyo interior, aun es posible observar las muelas circulares empleadas para reducir el grano en harina.


Ruinas del segundo molino. En su interior aún es posible ver las muelas utilizadas para reducir el grano en harina.

Caminaremos otros cien metros, hasta alcanzar una bifurcación de caminos. Cualquiera de los dos ramales, nos conducirá a nuestro destino, el pueblo de Pedroveya, así que para hacer aún más interesante la ruta, decido hacer la ida por el sendero de la derecha, y el regreso, a través del camino de la izquierda.

Sin más dilación nos introducimos en el ramal que parte a nuestra derecha, el cual se separa del cauce del arroyo Viescas, siguiendo el curso de uno de sus afluentes, el arroyo de La Boya. Pronto el camino se torna mucho más empinado. Como ayuda para salvar la pendiente, se han realizado una serie de escalones con antiguas traviesas de tren, que la verdad, no se si ayudan o más bien dificultan recorrer este tramo del sendero. A nuestra derecha, separado del camino por un cercado, se extiende una zona herbosa, en el cual podemos observar algunas vacas pastando.


Tramo de escaleras hechas con traviesas de tren para "ayudar" a salvar el desnivel del camino.


Al pasar, una vaquita nos saluda.

Unos trescientos cincuenta metros después, salvado el tramo de escaleras, alcanzamos una nueva encrucijada de caminos. El sendero que parte a nuestra derecha, y que no tomaremos, nos conduciría a la localidad de La Rebollada. El que parte a la izquierda, mucho más amplio y en franco descenso, se dirige a Pedroveya. Tomaremos por el.


Poste de direcciones. Nosotros tomaremos en la dirección del cartel que falta, es decir, hacia Pedroveya.

Descendemos. En unos cien metros, atravesaremos mediante un puente con mucho menos encanto que el anterior, el cauce del arroyo de La Boya. Caminamos por un terreno dulce, en ligero ascenso, flanqueados por grandes árboles, entre los cuales encontramos algunos ejemplares de castaño.


Caminamos por un terreno fácil y agradable.

En unos trescientos metros, los árboles prácticamente desaparecen, y dan paso a una pradera herbosa, salpicada de numerosas especies de flores, entre las que destacare gran numero de ejemplares de lirio azul (Iris latifolia), una especie de iris endémica de la cornisa cantábrica y de los Pirineos, que florece precisamente en estas fechas del año.


Llegamos ahora a un terreno más abierto, formado por praderas salpicadas de flores.


Iris latifolia.

Si llevamos la vista a nuestra izquierda, veremos la parte superior del Desfiladero de Las Xanas, la cual hemos atravesado hace un rato. A nuestro frente, vislumbramos ya la Ermita de San Antonio de Padua. Para alcanzarla, tendremos que recorrer en ascenso otros ciento cincuenta metros.


El Desfiladero de Las Xanas, visto desde esta posición.

La Ermita de San Antonio, data del siglo XVIII, habiendo sufrido con el devenir de los años importantes transformaciones, las cuales han desvirtuado su valor arquitectónico. Adosado a la Ermita por su izquierda, encontramos el cementerio de la parroquia.

Llegando a la Ermita de San Antonio de Padua.



Fachada principal de la Ermita.

A su derecha, encontramos un enorme tejo (Taxus baccata), el cual tiene un perímetro de tronco de tres metros con veinticinco centímetros. La mitad del árbol está seca, pero la otra mitad tiene buen aspecto. Sobre el tronco, en la parte seca, encontramos varios ejemplares del hongo parásito políporo azufrado (Laetiporus sulphureus=Polyporus sulphureus), los cuales crecen en grupo y presentan un color amarillo vivo. La edad del árbol es incierta, siendo probable que tenga varios cientos de años. Los habitantes de Pedroveya afirman, que el árbol tiene más de mil años.


Tejo centenario (sino milenario), junto a la Ermita de San Antonio.


Ejemplares de Laetiporus sulphureus sobre el tronco del Tejo.

Situados en la Ermita, podemos ver a nuestro frente el caserío de Pedroveya. Al lado de la Ermita, pasa una carretera (MO-5). Si tomásemos esta hacia la derecha, nos dirigiremos a La Rebollada. Por lo tanto, nos pondremos en marcha, y tomaremos esta a la izquierda, para alcanzar finalmente en unos cuatrocientos metros Pedroveya.


Cartel informativo sobre el Desfiladero de Las Xanas, junto a la Ermita.


Llegando a Pedroveya.

La localidad de Pedroveya, se sitúa en el Valle de Quirós, en la Sierra del Aramo, a 540 metros de altitud, en la ladera oeste del pico La Mostayal (1.313 m.). Esta localidad, pertenece a la parroquia de Pedroveya, la cual está constituida por dos localidades, Pedroveya y La Rebollada, siendo su templo parroquial la Ermita de San Antonio de Padua (que ya conocemos), la cual se encuentra situada entre ambas poblaciones. La parroquia de Pedroveya pertenece asimismo al concejo de Quirós. En 2011, había censados en la localidad de Pedroveya 17 habitantes (!).


Panel informativo sobre Pedroveya.

Nos introducimos en Pedroveya, y lo recorremos completamente. Nos llama la atención la edificación en piedra de las casas, así como muy especialmente, los hórreos y paneras que podemos encontrar en el centro del pueblo.


Casas en Pedroveya.

Un hórreo, es un edificio con finalidad de granero-almacén, destinado a guardar y conservar los alimentos alejados de la humedad del suelo (la cual es mucha en Asturias), y de los animales. Consta de una cámara de planta cuadrada, construida en madera, con un tejado de forma piramidal a cuatro aguas hecho con teja. Se encuentra elevado del suelo por medio de cuatro pilares, bien de madera o de piedra, que se conocen con el nombre de pegollos, los cuales están rematados por unas piezas circulares sobresalientes, denominada muela, en la parte en que se une estos a la cámara, y cuya finalidad es evitar que los roedores puedan acceder a esta. Algunos cuentan con un corredor alrededor de la cámara, el cual se emplea para almacenar el maíz colgado para su aireación.
La panera, es una evolución del hórreo. Suele tener una cámara de planta rectangular, estando sostenida esta por seis o más pegollos.


Paneras y hórreo en el centro de Pedroveya.


Típico hórreo asturiano con todos sus elementos constructivos. Pedroveya.

Tras un rato paseando por Pedroveya, deshago el camino andado hasta la Ermita de San Antonio, donde a la sombra del tejo, hago un ligero almuerzo, y me tomo un descanso.

Tiempo después, me pongo de nuevo en marcha. Pero ahora no seguiremos el mismo camino por el que accedimos a la Ermita, sino que justo pasado esta, nos desviaremos a la derecha, atravesando prácticamente en línea recta el prado existente, por un exiguo sendero apenas marcado en la hierba. Perdemos altura con rapidez, debido a la gran pendiente que tiene el prado. En algo más de doscientos metros, alcanzaremos una hilera de árboles, los cuales resultan escoltar el cauce del arroyo Viescas.
Caminamos junto al cauce, dejándolo a nuestra derecha. En unos cincuenta metros, cruzaremos por un minúsculo puentecillo de madera, para en poco más de veinte metros alcanzar por la derecha, las ruinas de un tercer molino abandonado, el denominado molino de Secundino.
Treinta metros más allá, llegamos a la bifurcación que encontramos en el camino de ida, poco después de cruzar el puente de madera, y de las ruinas del segundo molino.

En este punto, tomamos hacia la derecha, entroncando con el camino por el que hicimos la ida. Tan solo resta desandar el camino andado, lentamente y disfrutando de los parajes que recorremos, que gozan de una nueva apariencia a la luz de la tarde.

Un buen rato después, alcanzamos nuevamente el Área Recreativa de Las Xanas, poniendo punto y final al recorrido de hoy. Antes de regresar hacia Oviedo, me siento en el porche del bar existente en las inmediaciones, dispuesto a disfrutar de un café, y rememorar algunos de los paisajes que he recorrido. Aunque la verdad sea dicha, no he visto ninguna xana por estos parajes, la experiencia ha merecido la pena.




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