domingo, 19 de febrero de 2012

Puerto del Caucón (Mirador de Luis Ceballos) - Tajo de la Caína- Puerto de la Perra – Puerto de las Boas – Peñón de Enamorados – Puerto del Cuco – Cañada de Juanisco Huelva – Puerto del Caucón.


Excelente recorrido circular, realizada el 19 de febrero del año 2.012, aún con nieve en la parte alta de la sierra. Partiendo del mirador de Luis Ceballos, nos dirigiremos primeramente al tajo de la Caína, para luego continuar por la cañada de la Perra hasta el puerto de las Boas. Visitaremos el peñón de Enamorados, para posteriormente encaminarnos al puerto del Cuco y regresar al punto de inicio de la ruta, tras atravesar la cañada de Juanisco Huelva.


 




Provincia: Málaga.
Localidad de referencia: Yunquera.
Tipo de ruta: Circular.
Distancia: 13,5 kilómetros.
Época recomendada: primavera e invierno especialmente cuando la sierra está nevada.
Dificultad: Media.
Notas: Cuidado con la orientación, en especial en caso de nieblas. Controlar bien el número de horas de luz disponibles, en especial en invierno, así como no sobrevalorar las propias fuerzas, ya que es una ruta larga y en ascenso durante dos tercios de su recorrido. Estar muy atentos para localizar el inicio del sendero que desciende por la cañada de Juanisco Huelva, ya que pasa fácilmente desapercibido.




Mapa general de la ruta.


Perfil de la ruta.

La mañana del domingo 19 de febrero, pusimos rumbo a la localidad de Yunquera a las 7:30h. Una vez en ella, como suele ser habitual, paramos en el bar Sierra de las Nieves, para tomar un café bien caliente antes de iniciar la ruta. La mañana había amanecido completamente despejada y luminosa, con temperaturas moderadas, presagiando que tendríamos un día más propio de la primavera que de la estación invernal en la que nos hallamos, que tan bajas temperaturas nos ha brindado, gracias a las sucesivas olas de frío procedentes de Siberia, que nos han afectado este año.
Continuamos nuestro recorrido, salvando los pocos kilómetros que nos separan de la plataforma de Yunquera izquierda, o puerto Caucón, lugar de inicio de la ruta que hoy realizaremos.


Llegando al Puerto del Caucón.

En el puerto del Caucón, se localiza el mirador de Luis Ceballos, el cual recibe su nombre en homenaje al ingeniero de montes, e insigne botánico y naturalista, Luis Ceballos y Fernández de Córdoba, el cual en la década de los veinte y los treinta del siglo pasado, realizó un importante estudio sobre la vegetación forestal malagueña. Su especial preocupación por el estado de deterioro de los pinsapares y del quejigal de alta montaña de la sierra de las Nieves, sentaron las bases para la posterior protección y recuperación de estos entornos.

Balconada del Mirador de Luis Ceballos, desde la cual tenemos una magnifica vista del pinsapar de Los Lajares.

El mirador de Luis Ceballos, está integrado por una explanada de aparcamientos, y una balconada desde la cual tenemos una magnifica visión en dirección al sur y al sureste, dominada fundamentalmente por las sierras de Alcaparraín, Cabrilla y Prieta, el pueblo de Yunquera, parte del valle del Guadalhorce y el pinsapar de los Lajares. Por debajo de la balconada, encontramos a otro nivel, una serie de bancos hechos de piedra y madera de pinsapo, en las proximidades de los cuales se sitúan dos paneles explicativos, uno que informa sobre la panorámica que podemos contemplar desde este mirador, y un segundo más pequeño, dedicado a la cabra montés.


Bancos de piedra y madera de pinsapo en el Mirador de Luis Ceballos. A la derecha, al fondo las sierras Cabrilla y Prieta.

Del mirador de Luis Ceballos, parten dos senderos, uno hacia el sureste (a nuestra izquierda si nos situamos de cara al panel que nos informa de la panorámica visible), el cual se dirige a la cañada de Zarzalones y a la cañada del Alhucemar, y otro más marcado que parte hacia el oeste (a nuestra derecha), justo en el punto que se sitúa un monolito con una placa, dedicada a la figura de Luis Ceballos. Este será el sendero a través del cual iniciaremos nuestra ruta.

Monolito erigido en homenaje a Luis Ceballos.

Como curiosidad, citaré, que el monolito dedicado a Luis Ceballos, cuando fue erigido, estaba rematado por un ave esculpida posada sobre el vértice de la piedra. Hace ya muchos años que el ave “voló” y probablemente no por causas migratorias ni naturales. Como único testigo de su presencia pasada, queda un agujero en la parte superior de la piedra, en donde se insertaba el vástago que lo sujetaba a esta.


Detalle de la placa del monolito.

Comenzamos a caminar por el sendero que parte hacia el oeste. Este sendero por el que caminamos, forma parte de dos de los Senderos de Uso Publico de este sector del Parque Natural Sierra de las Nieves. Estos son, el sendero Caucón – Peñón de los Enamorados, y el sendero Caucón – Tajo de la Caína. De ambos S.U.P., encontramos paneles informativos en los alrededores del comienzo de nuestra ruta. En nuestro recorrido, transitaremos segmentos de estos S.U.P., pero no recorreremos en su totalidad ninguno de ellos. Asimismo en el regreso discurriremos por un fragmento del PR-A 351 Puerto Saucillo – Torrecilla.


Panel informativo del sendero Caucón - Peñón de Enamorados.


Panel informativo del sendero Caucón - Tajo de la Caína.

En menos de cincuenta metros, alcanzamos una bifurcación, la cual es visible desde el punto de comienzo, y  en la cual encontramos un poste con dos flechas indicadoras. Si tomamos el ramal que continua a nuestro frente, proseguiremos por el S.U.P. Caucón – Peñón de los Enamorados. Sin embargo, nosotros tomaremos el ramal de la izquierda, perteneciente al S.U.P. Caucón – Tajo de la Caína.


Poste indicador a comienzo del recorrido.

Iniciamos un suave descenso. A nuestra derecha, podemos ver el cerro El Picacho, con su característico afloramiento rocoso en la cumbre. La ladera de El Picacho que vemos, está atravesada de arriba a abajo por un amplio cortafuego.

El cerro El Picacho con su típico afloramiento rocoso y el cortafuego que recorre su ladera.

A nuestro frente, apreciamos la silueta de la peña del Cuco, y justo a su izquierda, la alomada cima del cerro del Cuco.

Vista hacia la Peña del Cuco, el cerro del Cuco, y la cañada de Juanisco Huelva.

Desde más o menos el nivel de la peña del Cuco, se origina en sentido descendente y hacia la izquierda, una loma, la cual en la zona de su divisoria de aguas, está atravesada en toda su longitud por un cortafuego. Esta loma se conoce como loma de Jarastepar, y separa la cañada de la Violeta (por detrás de la loma desde nuestra posición), de la cañada de Juanisco Huelva (por delante de la loma, y por cuya vertiente izquierda caminamos en estos momentos).

Vista parcial de la loma de Jarastepar, que separa la cañada de la Violeta (detrás) de la cañada de Juanisco Huelva (delante).

La loma de Jarastepar presenta zonas diferenciadas, cada una de ellas con su propia toponimia. Así su zona más alta y próxima a la peña del Cuco, se conoce como las Herrizas del Tío Cabello. Su zona intermedia, se conoce como el Merendero, mientras que su zona más baja, es conocida como las Carboneras.  La zona baja en la que finaliza la loma de Jarastepar, y en donde se produce la confluencia de la cañada de Juanisco Huelva con la cañada de la Violeta, recibe el nombre del Hoyo de las Colmenas. La cañada que parte desde esta zona, y que realmente es continuación de la cañada de la Violeta, se conoce como cañada de Zarzalones.

Toda la zona que queda a la izquierda de la peña del Cuco, y que está ocupada por un extenso y relativamente joven pinsapar, se denomina Los Lajares, nombre que al parecer procede de la particular disposición de los estratos calizos en la zona a modo de losas o lajas. Durante el siglo XIX, esta zona era muy diferente de lo que actualmente contemplamos. Los terrenos ocupados hoy en día  por los pinsapos, estaban en aquel entonces dominados por el cultivo de los cereales y sobre todo de la vid. La plaga de filoxera acaecida en la provincia de Málaga en 1878, arraso los viñedos de la zona que jamás volvieron a recuperarse. El terreno fue aprovechado entonces para el pastoreo sobre todo de ganado caprino. Las migraciones sobre todo a los polos industriales del norte de España, que disminuyeron la población de la zona, y por consiguiente el pastoreo, y las mas recientes medidas de protección y repoblación, permitieron que poco a poco el pinsapar ganase terreno y ocupase la extensión que cubre actualmente. El pinsapar que crece en esta zona, se conoce como pinsapar de Los Lajares, o pinsapar de Zarzalones, siendo el más extenso de los existentes en el Parque Natural, y el mayor bosque de pinsapos del mundo.

Nuestro descenso nos conduce en unos trescientos setenta y cinco metros, al lecho del cauce seco que ocupa el fondo de la cañada de Juanisco Huelva (zona del Hoyo de las Colmenas). Rápidamente cambiamos de vertiente y comenzamos a ascender por la ladera de la loma de Jarastepar, en dirección a la zona del Merendero. Justo en este punto en el que cambiamos de vertiente, encontramos un panel informativo dedicado al pinsapo.

A medida que ganamos altura, comenzamos a ver, un poco a la izquierda de nuestro frente, el mirador de Luis Ceballos, de donde venimos. La visión a nuestra izquierda, está dominada por el cerro El Picacho.


Llegando a la zona del Merendero. Al fondo a la derecha vemos la peña del Cuco. Un poco a su izquierda el cerro del Cuco. Desde la peña del cuco hacia la izquierda, se extiende el pinsapar de los Lajares.

En unos doscientos setenta y cinco metros, alcanzamos la divisoria de aguas de la loma de Jarastepar, atravesando el sendero que seguimos, el cortafuego que la recorre. Nos encontramos en la zona del Merendero, topónimo que al parecer puede proceder del gran numero de romuleas y azafranes que crecen en la zona a finales de invierno, y que son conocidas localmente como merenderas. A nuestro alrededor crecen algunos pinos y pinsapos de pequeño y mediano porte.


Vista hacia el este, desde la zona del Merendero.

El sendero comienza a descender por la ladera opuesta de la loma de Jarastepar, introduciéndonos en la cañada de la Violeta, la cual ahora muestra ante nuestros ojos todo su esplendor. El nombre de esta cañada, parece proceder de la existencia en ella de gran número de los llamados “pinsapos azules”. Se trata de pinsapos que presentan una coloración de las hojas de un tono verde azulado, el cual destaca notablemente cuando se encuentran próximos a ejemplares de la coloración habitual. La razón de esta diferente coloración no está del todo clara, pero puede deberse a una variación en la composición de los pigmentos de las aciculas, o de la cubierta cerosa que las recubre influida por factores climáticos o edáficos.


Descendiendo hacia la parte baja de la cañada de la Violeta.

En algo más de ciento cincuenta metros, alcanzamos el lecho seco de la cañada de la Violeta, en una zona más o menos llana en la que se desarrollan unos pinos de gran porte junto a algunos pinsapos. Esta zona es conocida como el llano de los Pinos. En este punto encontramos un sendero a nuestra izquierda, por el cual no tomaremos, y que se dirige a la cercana cañada del Alhucemar.

Una vez más cambiamos de vertiente, y comenzamos a ascender por el interior del pinsapar de los Lajares, en dirección al puerto de la Era de los Gamones, el cual alcanzaremos tras recorrer unos quinientos cincuenta metros. Durante el trayecto, transitamos por un denso pinsapar de ejemplares jóvenes, pero de gran belleza.


Ascendiendo por el interior del pinsapar de los Lajares.

Una vez alcanzado el puerto de la Era de los Gamones, encontramos un nudo de caminos, en el cual confluyen, además del sendero por el que hemos venido, otros tres.
El primero de ellos, es un senderillo que parte a la izquierda, y que en escasos metros alcanza el mirador de la Era de los Gamones. El segundo, bien marcado a nuestro frente, se dirige a la cañada del Alhucemar, y acaba desembocando en el llano de los Pinos (recordar el sendero a la izquierda que no tomamos allí). Finalmente el tercero, a nuestra derecha, pone rumbo a la zona del tajo de la Caína.

Abatido en el suelo, encontramos los restos de un poste de señales indicadoras, el cual ha sido despojado de las placas en las cuales estaba grabado el texto.


Poste caído.

Antes de seguir nuestro camino, nos desviamos a la izquierda, para acercarnos al mirador de la Era de los Gamones, el cual alcanzamos tras recorrer escasos cincuenta metros. En el camino, y en los alrededores del mirador, si somos observadores, podremos ver algunas partes del empedrado de la era que se localizaba en esta zona.

Mirador de la era de los Gamones. Al fondo comenzamos a ver los escarpes del tajo de la Caína.

Situados en  el mirador de la Era de los Gamones, tenemos una magnifica visión hacia el norte y el noroeste. A nuestra derecha, vemos las omnipresentes sierras Cabrilla, Prieta y de Alcaparaín. Desplazando poco a poco la vista hacia la izquierda, vemos a continuación la zona denominada de la lomilla de los Bueyes, y el cerro Millán. Algo más abajo, localizamos el puerto del Caucón con el mirador de Luis Ceballos.

Vista hacia el Mirador de Luis Ceballos.

A continuación encontramos el cerro El Picacho, seguido de la característica silueta de los andenes de la Cuchara. Más allá vemos la forma de la peña del Cuco, seguida del cerro del Cuco, desde los cuales se desprende hacia abajo la loma de Jarastepar. Vemos asimismo la cañada de la Violeta, y la gran extensión ocupada por el pinsapar de los Lajares. Finalmente a nuestra izquierda, se ven los escarpes calizos del tajo de la Caína.


Cerro El Picacho (derecha), y los andenes de la Cuchara (izquierda).

Los andenes de la Cuchara (derecha), la peña del Cuco (centro) y el cerro del Cuco (izquierda).

Tras habernos deleitado con el paisaje, retornamos al nudo de caminos de la Era de los Gamones, para ahora tomar el sendero de la derecha. Caminamos en suave ascenso, entre pinsapos, encontrando algunos ejemplares de gran porte. Al poco los pinsapos se hacen escasos, permitiéndonos un mayor campo de visión sobre el paisaje circundante. En algo menos de doscientos cincuenta metros desde la Era de los Gamones, alcanzamos un punto, desde el cual se desprende a nuestra derecha, un sendero poco marcado. Es importante localizar este sendero, ya que aunque en estos momentos no lo tomaremos, será por donde continuaremos nuestra ruta una vez hallamos visitado el Tajo de la Caína. Continuamos al frente, por el sendero que traíamos, para alcanzar en menos de cincuenta metros el mirador del Tajo de la Caína.


Mirador del tajo de la Caína. Vemos la loma de la Cortina que separa la cañada de la Caína (delante) de la cañada de las Carnicerías (detrás). Asimismo vemos al fondo, nevadas, las cumbres de la sierra de Tolox, destacando el picacho de Fatalandar (derecha) y el cerro de los Valientes (izquierda).

Las vistas que nos ofrece el mirador de la Caína, son realmente espectaculares. A nuestra derecha, vemos los farallones calizos del tajo de la Caína, los cuales desde esta posición nos brindan solo un aperitivo de sus grandes dimensiones. A nuestros pies, se desploma la cañada de la Caína, la cual está separada de la cañada de las Carnicerías, por una loma que se extiende de derecha a izquierda, y que se conoce como loma de la Cortina. En la zona a nuestra izquierda donde finaliza la loma de la Cortina, se produce la confluencia de las cañadas de las Carnicerías y de la Caína, dando origen al valle del río de los Horcajos.

"Arranque" de los farallones del tajo de la Caína.

Por detrás de la loma de la cortina, vemos las cumbres de la sierra de Tolox, cubiertas por una buena cantidad de nieve, lo cual nos esperanza de que a medida que vayamos ganando altura durante la ruta, pisemos el blanco elemento. Desde esta posición, la cima del Torrecilla no es visible, quedando oculta tras el Picacho de Fatalandar (derecha), y el cerro de los Valientes (izquierda). En la parte más próxima a nosotros del Picacho de Fatalandar, observamos el denominado tajo de Fatalandar.
Más a la izquierda del cerro de los Valientes, siguiendo la cordal, encontramos el cerro Corona, de tonalidad rojiza, lo cual delata su composición peridotítica, y que contrasta con las calizas dolomíticas de color blanco-grisáceo que conforman los cerros adyacentes a su derecha. Entre el cerro corona y el cerro de los valientes, observamos en la cordal una depresión, en la cual se sitúa el puerto Corona.

Cerro Guajarajaz con sus tajos. Al fondo a la derecha vemos el inicio del valle del río de los Horcajos.

Si dirigimos la vista hacia nuestra izquierda, veremos el cerro Guajarajaz, el cual es denominado con frecuencia y erróneamente como cerro Tocón. En este observamos una serie de escarpes rocosos, los cuales son parte de los denominados tajos del Guajarajaz.


Tajo de la Caína.

Del mirador del tajo de la Caína, parte a la derecha, un senderito, el cual nos lleva a los pies de los farallones del tajo de la Caína. Caminamos por una cornisa, abierta por la izquierda a la cañada de la Caína, y con las paredes del tajo de la Caína a la derecha. Esta cornisa, recibe el nombre de andenes de los Dientes de la Vieja, debido al gran número de salientes rocosos planos que se observan en el borde y que pueden recordar a los dientes de una boca castigada por la edad (al menos así fue a quien le puso el nombre).


Caminando por los andenes de los Dientes de la Vieja. Los salientes que se ven a la derecha, son los supuestos dientes.

Caminamos ahora por la zona donde el tajo de la Caína alcanza su mayor altitud (unos  cien metros), y por lo tanto su máxima espectacularidad. El tajo de la Caína, debe su nombre a una popular y arraigada leyenda de la zona, la cual cuenta, que una mujer de vida escandalosa y disoluta, según algunos una bruja, la cual por la maldad de sus actos se había ganado el apodo de la Caína (otras fuentes narran que su verdadero nombre era Caína, femenino de Caín, personaje bíblico que fue el primer asesino de la historia), fue juzgada por dichos actos por la Santa Inquisición y condenada a muerte. Sin embargo se decidió que no fuese quemada en la hoguera, debido bien a la gravedad de sus actos, o bien porque una mujer cuyo nombre era el femenino de Caín no podía ser ajusticiada de forma vulgar. Por ello, se decidió ejecutarla despeñándola por estos tajos, situados en la frontera administrativa entre Yunquera y Tolox, para que así sirviera de enseñanza y escarmiento a los naturales de estas poblaciones.


Tajo de la Caína. Zona de máxima altura.

Cuando llevamos caminados aproximadamente unos doscientos metros desde el mirador, a nuestra derecha encontramos una oquedad en el tajo, la cual se conoce como cueva del Pastor. Otros cien metros más adelante, alcanzamos finalmente la fuente de la Caína, cuyo pilón se encuentra situado bajo una gran grieta en la roca.

Fuente de la Caína.

En este punto, dejamos de avanzar por el senderillo, y retrocedemos por el mismo camino en dirección al mirador. Una vez alcanzado este, seguimos retrocediendo por el sendero por el que llegamos desde la era de los Gamones, hasta el punto en que se abre el sendero (ahora a la izquierda según nuestro sentido de la marcha), que señalé en párrafos anteriores que era importante de localizar.


Caminando por el sendero que asciende a la parte alta del tajo de la Caína.

Una vez aquí, comenzamos a caminar por dicho sendero, el cual nos aúpa en una cómoda subida al páramo pedregoso que constituye la parte superior del tajo de la Caína.


Recorriendo el páramo pedregoso existente en la parte superior del tajo de la Caína.

Una vez arriba, a nuestra derecha, llevamos el límite superior del pinsapar de los Lajares. Si lo seguimos con la vista en nuestro sentido de marcha, nos llevará hasta el cerro del Cuco. A la derecha del Cuco, vemos los andenes de la Cuchara, mientras que a su izquierda, destaca la cima de la Peñilla o cerro alto de Yunquera.
A nuestro frente, se abre la cañada de la Perra, en la cual crecen algunas manchas de pinsapos así como quejigos de montaña.

De derecha a izquierda podemos observar, los andenes de la Cuchara, el cerro del Cuco, la Peñilla o cerro Alto de Yunquera, y la cañada de la Perra. A la derecha vemos también las estribaciones del pinsapar de los Lajares.

Un poco a la izquierda de nuestro frente, observamos la mole del cerro del Chaparral, cuya ladera, norte, constituye la vertiente derecha de la cañada de la Perra. En la ladera sur-sureste, podemos ver unos extensos e impresionantes tajos, se trata de los tajos de Añicle. Algo más abajo en la cara sureste del cerro del Chaparral, se localiza el arranque de la loma de la Cortina, que como antes citamos, separa la cañada de la Caína de la cañada de las Carnicerías.


Cerro del Chaparral con los tajos de Añicle. A la derecha vemos la cañada de la Perra, y a la izquierda el "arranque" de la loma de la Cortina.

Cuando llevamos recorridos aproximadamente setecientos cincuenta metros desde que cogimos el sendero, en mitad del páramo, encontramos una era, la cual ha sido restaurada recientemente (marzo del 2010). Junto a esta, se encuentra un panel explicativo sobre el cultivo del cereal en la Sierra.


Era restaurada.


Panel explicativo situado junto a la era.

En algo menos de ciento cincuenta metros, alcanzamos el puerto de la Perra. Justo en el, encontramos un nuevo nudo de senderos. En el se localiza un poste con flechas indicadoras.

Puerto de la Perra. Poste con flechas indicadoras.

Además del sendero por el que hemos venido, en este nudo confluyen otros tres senderos. El de la derecha, indicado por una flecha en el poste que reza “Mirador Caucón o Luis Ceballos 2,7 Km.”, se introduce en el pinsapar de los Lajares y pasando por la cañada de la Violeta, la loma de Jarastepar y la cañada de Juanisco Huelva, alcanza el puerto del Caucón. El sendero que vemos a nuestro frente, no indicado por ninguna flecha, y que es continuación directa del camino por el que hemos venido, desemboca en las inmediaciones de la peña del Cuco. Finalmente el sendero que parte a nuestra izquierda, indicado por una flecha inscrita con “Sendero Caucón – Peñón de los Enamorados”, y por el cual tomaremos, se introduce en la cañada de la Perra, discurriendo por su vertiente derecha, encaminándose al puerto de las Boas.


Vista sobre los tajos de Añicle desde el puerto de la Perra.

Iniciamos un corto descenso, que nos conduce en unos ciento cincuenta metros, a atravesar el lecho seco de la cañada de la Perra, para poco después ascender, y comenzar a recorrer su vertiente derecha. Escasos metros antes de atravesar el lecho, a nuestra derecha se desprende un sendero, el cual no tomaremos y que recorre la cañada de la Perra por su parte baja.


Cañada de la Perra.

Si volvemos la vista atrás, podremos disfrutar de una magnifica vista de los farallones del tajo de la Caína, así como del páramo por el que hemos venido.


Tajo de la Caína visto desde las proximidades del puerto de la Perra.

A medida que ganamos altura por la cañada, comienzan a aparecer los primeros y pequeños acumulos de nieve, que jalonan el sendero a uno y otro lado. A nuestro frente, vemos un pequeño bosquete de pinsapos, en el cual destaca por su tamaño un ejemplar.

En unos cuatrocientos cincuenta metros desde que desechamos el sendero de la derecha, alcanzamos dicho ejemplar de pinsapo, el cual se encuentra a la derecha del sendero. Se trata del llamado pinsapo de la Perra, árbol notable, incluido en el catalogo de árboles y arboledas singulares de Andalucía. Este pinsapo, tiene una altura total de 22 metros, proyectando una copa de casi 220 metros cuadrados. Su corto y grueso tronco (0,6 metros de desarrollo y un perímetro de 7,9 metros en la base y de 5,1 metros en su parte más alta), desarrolla dos gruesas ramas, una de tres metros de perímetro (izquierda) y otra de tres metros y medio (derecha). La de la derecha a su vez, se bifurca en otras tres ramas, las cuales en su arranque forman a modo de una deformada E. Se trata por lo tanto por su morfología, de un pinsapo del tipo llamado “candelabro”. A este pinsapo se le estima una edad superior a los doscientos años.


Pinsapo de la Perra. Árbol Notable Andaluz.

Tras unas obligadas fotografías con el pinsapo de la Perra, proseguimos nuestro caminar. En algo menos de ciento cuarenta metros, encontramos a nuestra izquierda un sendero el cual no tomaremos, siguiendo al frente.


Vista sobre el tajo de la Caína y su páramo, desde la parte alta de la cañada de la Perra.

El sendero aumenta su pendiente, describiendo numerosas curvas para gestionar el desnivel. Inicialmente nuestro caminar esta acompañado de jóvenes pinsapos, pero a medida que ganamos algo de altura, estos desaparecen. A nuestro alrededor vemos un agreste paisaje, de cortados y torcas, en el cual proliferan gran numero de ejemplares de quejigo de montaña (Quercus alpestris). Se trata del denominado Quejigal de la Perra, el cual está considerado como arboleda singular, dentro del catalogo de árboles y arboledas singulares de Andalucía. Dicho quejigal, esta compuesto por alrededor de cien individuos, los cuales presentan una altura media de diez metros.


Caminando por el quejigal de la Perra.

Caminamos ahora entre quejigos, en dirección a una depresión situada en una pared rocosa erosionada en forma de torcas. El suelo está casi cubierto de un manto blanco de nieve.


El puerto de las Boas está ya próximo.

Justo cuando alcanzamos dicha pared rocosa, el sendero hace un brusco giro a la derecha, y se introduce por una hendidura entre las torcas, en la cual se desarrollan dos magníficos ejemplares de quejigo muy próximos entre si. Nos encontramos en el puerto de las Boas, el cual hemos alcanzado tras caminar algo más de ochocientos cincuenta metros desde el pinsapo de la Perra. Todo a nuestro alrededor, las rocas, la nieve, los quejigos, etc., se conjugan para constituir un lugar de singular belleza.


Puerto de las Boas. En el encontramos estos magníficos ejemplares de quejigo de montaña.


Puerto de las Boas, visto poco después de ser atravesado. Se aprecia claramente el paso entre las rocas.

Proseguimos ascendiendo durante algunos metros. A medida que vamos ganando altura, a nuestra izquierda comienza a aparecer la cumbre del Torrecilla, presidiendo el cerro de la Plazoleta, así como sus antecimas.


Poco después de atravesar el puerto de las Boas, comenzamos a ver el cerro de la Plazoleta, presidido por el Torrecilla (el pico más a la derecha).

Al poco la subida concluye, alcanzando una pequeña planicie, desde la que gozamos de una magnifica panorámica. A nuestra izquierda vemos la cumbre del Torrecilla. Siguiendo visualmente la cordal del Torrecilla en sentido descendente (hacia la izquierda), encontramos una primera antecima, seguida de una segunda. Entre ambas antecimas, observamos una depresión, se trata del puerto de los Valientes. Si continuamos hacia la izquierda por  la cordal, llegaremos al picacho de Fatalandar. Entre la segunda antecima y el picacho de Fatalandar, por detrás de la cordal, asoma el cerro de los Valientes.

Cerro de la Plazoleta. De derecha a izquierda vemos al Torrecilla (1.919 m.), antecima 1, puerto de los Valientes, antecima 2 y el picacho de Fatalandar. Entre este último y la antecima 2 asoma la parte alta del cerro de los Valientes, situado detrás. Asimismo a la derecha, algo más cercano, vemos el cerro Estepilar, separado del cerro de la Plazoleta por la cañada de Froncaire. A la izquierda asimismo se aprecia el inicio de la cañada de las Carnicerías.

Si desde el Torrecilla llevamos la vista hacia la derecha, observamos a continuación y más próximo a nosotros el cerro Estepilar (también denominado como cueva del Oso en algunos mapas). Por encima de la ladera de la derecha del Estepilar, más lejano, asoma tímidamente el cerro del Pilar (a cuyos pies se encuentra el Pilar de Tolox). Un poco más a la derecha encontramos un cerro del cual desconozco su nombre.

 
Otra vista sobre el cerro de la Plazoleta.

A continuación, y mucho más próximo a nosotros encontramos el cerro de la Goteruela, en el cual podemos ver el denominado tajo de la Goteruela (este cerro es también denominado en ocasiones como cerro del Chaparral, considerándolo como la máxima altura del cerro del Chaparral que citamos anteriormente cuando describimos la cañada de la Perra).

Cerro de la Goteruela o del Chaparral.

Ligeramente a la derecha del cerro de la Goteruela, y parcialmente tapados por este, vemos los cortados que se localizan en la parte alta del cerro Acelimilla y que reciben el nombre de tajos de Acelimilla (en los cuales se localizan las cavidades conocidas como las cuevas del Oso). Algo más a la derecha, vemos la cima de cerro Bernardo. Más a la derecha aún vemos cerro Alto, y aun más allá, justo al frente de nuestro camino, asoma como queriendo pasar desapercibido, la parte alta del cerrete que constituye la cima del Peñón de los Enamorados. Más allá podemos contemplar la redondeada forma del cerro del Cuco, y ya mucho más a la lejanía las sierras de Alcaparraín, Cabrilla y Prieta.

El sendero prácticamente llanea por la planicie, y en unos quinientos metros, alcanzamos el puerto de la Chaparrera. En este punto, desechamos el sendero que parte a la derecha, y continuamos por el de la izquierda, el cual al poco, comienza a descender decididamente, dirigiéndose hacia la cañada de las Grajas.


Vista desde la cañada de las Grajas, del cerro de la Goteruela. A su derecha está la cabecera de la cañada de Peña Gorda.

En este momento, los tajos de la Goteruela, quedan a nuestra izquierda, mientras que el cerro Acelimilla y cerro Bernardo quedan más o menos a nuestro frente, mostrándose ambos ahora en toda su amplitud. Entre la Goteruela y la Acelimilla, discurre la cañada de Peña Gorda, cuya cabecera observamos también desde este punto.


Cerro Acelimilla (izquierda) y cerro Bernardo (derecha). En el extremo de la derecha, vemos también la cima de Cerro Alto. Más próximo a nosotros, a la izquierda, vemos la cabecera de la cañada de Peña Gorda, y a nuestra derecha el inicio de la cañada de las Grajas.

El sendero se introduce en la cañada de las Grajas, discurriendo por su parte más baja, y ascendiendo suavemente. Caminamos encajados entre el cerro Acelimilla y cerro Bernardo a la izquierda, y una serie de torcas, las cuales son una prolongación de la ladera de cerro Alto, cuya cima vemos a nuestro frente.

Caminando por la parte alta de la cañada de las Grajas. Obsérvese las torcas prolongación de la ladera de cerro Alto.


Cañada de las Grajas, vista desde su parte alta. Al fondo vemos el cerro de la Goteruela con sus tajos (izquierda), y el cerro Acelimilla (derecha).

En la parte alta del cerro Acelimilla, se localizan como ya dijimos los tajos de Acelimilla. En ellos, existe una serie de cavidades. Dos de ellas, las más próximas a cerro Bernado, de un tamaño similar, se conocen como las cuevas del Oso. Desde donde nos localizamos en este momento, tenemos una magnifica visión de dichas cavidades.


Las cuevas del Oso, situadas en los escarpes que rematan la cima del cerro Acelimilla.

Continuamos caminando, y cuando nos quedan escasos quinientos metros para conectar con el trazado del PR-A 351 Puerto Saucillo – Torrecilla, a la derecha del camino, encontramos en el suelo la abertura de una sima, marcada con una “O” hecha con pintura azul, de la cual desconozco su nombre y sus datos.


Abertura de sima.

Finalmente, tras recorrer los últimos quinientos metros, desembocamos en el sendero que se dirige del Puerto del Saucillo hacia el Torrecilla. En dicho punto, encontramos un poste con flechas indicadoras, así como un cartel que indica el fin del sendero Caucón-Peñón de los Enamorados.


Cartel que indica el final del sendero Caucón - Peñón de los Enamorados.

A partir de ahora, tomaremos la dirección indicada por la flecha que reza “Mirador Puerto del Saucillo 4,7 Km.”, es decir tomamos el sendero hacia la derecha.


En este punto, encontramos este poste con flechas indicadoras.

Caminamos ahora en leve ascenso, por la ladera suroeste de cerro Alto, por una zona repleta de afloramientos rocosos y torcas.

Torcas y afloramientos rocosos de la ladera suroeste de cerro Alto.


Otra vista de las torcas, con el cerro Acelimilla como telón de fondo.

Cuando llevamos recorridos unos escasos doscientos cincuenta metros desde el poste con flechas indicadoras, a nuestra izquierda, veremos un exiguo vallado, que limita una oquedad en el suelo. Se trata de la entrada a la sima de Enamorados, de 15 metros de profundidad, la cual es con frecuencia denominada erróneamente como sima de las Grajas. Si nos fijamos con atención, podemos ver inscrita en una de las rocas el código TO-33, con el que ha sido designada.


Abertura de la sima de las Grajas (TO-33).

Proseguimos, y tras un último repecho, aparece ante nosotros, ya a escasa distancia, el peñón de Enamorados, con su inconfundible silueta. Poco después, cuando llevamos caminados unos quinientos cincuenta metros desde la sima de Enamorados, alcanzamos la base del peñón, por su cara sureste.

Abandonaremos el sendero, y por donde mejor veamos, campo a través nos acercaremos al cerrete rocoso que constituye la cima. En escasos metros y tras realizar alguna fácil trepada, alcanzaremos el vértice que señala el punto de máxima altitud, situado a 1.781 metros. Poco antes de alcanzar la cima, en las rocas que quedan a nuestra derecha, podemos observar adherido a la piedra un azulejo con una imagen de la Virgen del Carmen.

Desde la cima de Enamorados, gozamos de una vista privilegiada. Si miramos en dirección norte, a la izquierda, en primer termino, veremos los restos de un pozo de nieve colmatado. Más allá, en el plano medio, vemos los pinsapares de la Ánimas y de los Hoyos de la Caridad, mientras que en la lejanía, destacan las cimas de sierra Hidalga. En la parte central, destaca el abrupto relieve perteneciente al tajo del Canalizo, mientras que hacia la derecha, encontramos el característico perfil de la cima de la Peñilla. Si dirigimos la mirada hacia el este, el paisaje estará dominado por la zona de los Ventisqueros. Más allá, vemos las sierras de Alcaparraín, Prieta y Cabrilla. La vista en dirección sur, está dominada por la sierra de Tolox, donde podemos ver el Picacho de Fatalandar, el cerro de los Valientes, el puerto de los Valientes, y por supuesto el Torrecilla y sus antecimas. Más próxima a nosotros se aprecia también el cerro Acelimilla con las cuevas del Oso, así como cerro Bernardo. En la visión hacia el oeste, destaca la presencia de cerro Alto.


El peñón de los Enamorados (1.781 m.).

Descendemos de la cima, siguiendo más o menos el mismo camino, y extremando las precauciones, ya que aunque el descenso es corto y no complicado, si existe algún punto que requiere mayor atención.

Una vez de nuevo en la base, continuamos nuestra ruta, tomando el sendero en la misma dirección que traíamos para alcanzar el peñón, es decir, lo tomamos hacia la izquierda.

Tras un corto repecho en ascenso, iniciamos una prolongada y suave bajada hacia el puerto del Cuco, a través de la zona conocida como los Ventisqueros. En esta zona, existen los restos colmatados de hasta ocho pozos de nieve, alguno de ellos próximos al sendero. A nuestra izquierda, vemos la cima de la Peñilla o cerro Alto de Yunquera, y el llano de la Gotera con su característico pinsapo solitario.

Cuando llevamos recorridos escasos ochocientos metros desde la base del peñón de Enamorados, encontraremos una senda que se desprende a la izquierda y que no tomaremos, la cual se dirige hacia la zona del llano de la Gotera y al puerto del Canalizo. Seguimos por lo tanto por el camino que traíamos y que continua al frente.


El peñón de Ronda, visto desde la zona de los Ventisqueros.

A medida que caminamos, a la izquierda se abren nuevas vistas sobre el peñón de Ronda, la cañada de la Cuesta de los Hornillos, la loma de la Chaparrera y el tajo de Alberca o de los Artilleros. Sin embargo hacia la derecha, el paisaje esta dominado por el cerro del Cuco.


Loma de la Chaparrera (izquierda) y el tajo de Alberca o de los Artilleros (derecha), vistos de camino al puerto del Cuco.

Tras recorrer un kilómetro doscientos metros desde el anterior sendero a la izquierda que dejamos atrás, alcanzamos el puerto del Cuco. Poco después, el sendero, siempre sin dejar de descender, realiza un cerrado giro a la derecha, y pasa muy próximo a los farallones rocosos de los andenes de la Cuchara, que quedan a nuestra izquierda.


Los andenes de la Cuchara.

Desde este punto, la bajada se hace algo más pronunciada, y comenzamos a ver en la lejanía a la peña del Cuco, así como por detrás de esta, de derecha a izquierda, la parte alta del tajo de la Caína y del cerro Guajarajaz, el pinsapar de los Lajares, parte de las cañadas de la Violeta y Juanisco Huelva y la cima del cerro El Picacho.


Aproximándonos a la peña del Cuco.

Recorridos unos setecientos cincuenta metros desde el puerto del Cuco, alcanzamos las inmediaciones de la peña del Cuco. Desde aquí, podemos ver con toda claridad a nuestra derecha, la cañada de Juanisco Huelva (a la izquierda), separada por la loma de Jarastepar de la cañada de la Violeta (a la derecha), así como la confluencia de ambas dando origen a la cañada de Zarzalones. Al fondo y algo a la izquierda, vemos el mirador de Luis Ceballos, en el puerto del Caucón, lugar hacia el que nos dirigimos.


Vista de la cañada de Juanisco Huelva desde su parte alta. Desde aquí vemos ya el puerto del Caucón con el mirador de Luis Ceballos.

El sendero describe una serie de curvas a medida que pierde altura. Debemos estar atentos para no pasarnos el inicio de un sendero a nuestra derecha, que alcanzaremos recorridos aproximadamente unos cuatrocientos cincuenta metros desde la peña del Cuco, y que se localiza poco antes de llegar al denominado llano de la Casa. Abandonamos pues en este punto el trazado del PR-A 351 Puerto Saucillo – Torrecilla.

Una vez localizado el pertinente sendero, este inicia una rápida bajada por el interior de la cañada de Juanisco Huelva. En unos quinientos treinta metros, a nuestra izquierda encontramos la fuente de Juanisco Huelva.


Fuente de Juanisco Huelva.

Proseguimos el descenso. En escasos trescientos metros, nuestra senda desemboca en el sendero de Uso Publico Caucón – Peñón de los Enamorados, a través del cual encaminaremos nuestros pasos en nuestra aproximación final al mirador de Luis Ceballos. Para ello, lo tomaremos hacia la izquierda.

Este sendero es cómodo de andar y bien marcado, y en aproximadamente un kilómetro doscientos metros, nos conducirá al Mirador de Luis Ceballos, donde pondremos punto y final a esta variada y magnifica ruta que hemos realizado hoy. Solo resta, con nuestro vehículo, bajar al pueblo de Yunquera, para disfrutar de un magnifico café caliente en el bar el Quini, antes de emprender el regreso hacia Málaga.

Bibliografía:

-         “Sierra de las Nieves-Guía del Excursionista 3ª edición”. Rafael Flores Domínguez y Andrés Rodríguez González. Editorial La Serranía. Ronda 2008.
-         “Árboles y Arboledas Singulares de Andalucía – Málaga”. Varios autores. Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía. Sevilla 2004.
-          “Andar por la Sierra de las Nieves (Serranía de Ronda)-Guía de sus mas bellas excursiones”. Luis Gilperez Fraile. Ediciones Penthalon. Madrid 1989.
-         “Sierra de las Nieves-Guía de Senderos Volumen 2”. Asociación Grupo de Desarrollo Rural Sierra de las Nieves. Editorial La Serranía. Ronda 2010.
-         “Las 25 mejores rutas por los espacios naturales protegidos de la provincia de Málaga”. Rafael Flores Domínguez. Editorial La Serranía. Ronda 2009.

No hay comentarios:

Publicar un comentario