Ruta circular por el valle del río Genal, realizada el 27 de noviembre del año 2.011. Partiendo de la localidad de Pujerra, nos encaminamos primeramente al pueblo de Cartajima. Una vez visitado este, ponemos rumbo a Júzcar, "el pueblo pitufo", que por estas fechas tiene las fachadas de sus casas pintadas en un atípico azul. Desde allí visitamos las ruinas de la Fábrica de Hojalata de Júzcar, y emprendemos el regreso a Pujerra, haciendo un pequeño alto para visitar los restos del despoblado de los Casarones.
Provincia: Málaga.
Localidad
de referencia:
Pujerra.
Tipo
de ruta:
Circular.
Distancia: 15 kilómetros.
Época
recomendada:
Mediados de noviembre.
Dificultad: Media-baja.
Notas: Ser precavidos al cruzar el río
Genal, sobre todo si trae gran caudal. Es recomendable llevar un par de
calcetines de repuesto para cambiarnos en caso de mojarnos al vadear.
Mapa general de la ruta. |
Perfil de la ruta. |
En esta
ocasión, ponemos rumbo bien temprano, a eso de las 7h de la mañana, hacia el
pueblo de Pujerra, situado en el valle del Genal. Nuestra intención es
partiendo de este, dirigirnos primeramente, hacia la localidad de Cartajima,
para luego encaminar nuestros pasos hacia Júzcar, convertido desde el pasado
verano en el “pueblo pitufo”. Finalmente regresaremos a Pujerra, pero
previamente nos acercaremos a visitar las ruinas de la Real Fábrica de Hojalata
de Júzcar, que tanta importancia tuvo para la economía de la zona en el pasado.
Anteriormente,
el pasado sábado 12 de noviembre, nos dispusimos a realizar esta misma ruta,
pero en sentido inverso. Debido a que comenzamos a andar más tarde, y que nos
entretuvimos mucho en Júzcar viendo el pueblo, su ambiente, su mercadillo y que
en dicho día se celebraban las V Jornadas Micológicas de Júzcar, no completamos
la ruta, regresando a Pujerra por medio del PR-A 225, cómoda vía alternativa de
regreso a Pujerra, con la única pega de que sus primeros 2,5 kilómetros
transcurren por el arcen de la carretera que une Júzcar con Pujerra. La noche
nos cayó encima antes de llegar al pueblo teniendo que hacer uso de nuestras
frontales para abrirnos paso en la oscuridad. Por cierto, he utilizado para
ilustrar esta crónica algunas de las fotos que tomé dicho día, sobre todo para
mostrar los rápidos cambios que se producen en el aspecto de los castaños según
avanza el otoño. Dichas fotos están convenientemente fechadas en los pies de
foto.
Hoy, domingo
27 de noviembre, las primeras bajas temperaturas del otoño, se dejan sentir en
el exterior de nuestro vehículo. El termómetro marca entre 2,5ºC y 1,5ºC cuando
nos aproximamos a Ronda. A través de la ventanilla apreciamos como los campos
tienen un extraño tono grisáceo, a consecuencia de la escarcha producida por la
helada.
Tras el
preceptivo desayuno en el “Cortijo”, en el que disfrutamos de un café bien
caliente y un magnifico mollete al gusto, salvamos los últimos kilómetros que
nos separan de Pujerra.
Pasamos
el pueblo de Igualeja, en el cual en su entrada vemos el paraje “del
Nacimiento”, lugar oficial de nacimiento del río Genal. Al poco la carretera es
rodeada por el castañar, ofreciéndonos un maravilloso espectáculo de color. De
repente, entre los castaños presentes en el margen izquierdo de la carretera,
vemos como un cervido al galope, se escabulle ante nuestra presencia.
Alcanzamos
al fin Pujerra, estacionando nuestro vehículo en las proximidades de la fuente
del Hiladero, la más importante y antigua del pueblo.
Iniciamos
el recorrido, dirigiéndonos hacia la iglesia parroquial del Espíritu Santo, la
cual al igual que otras muchas iglesias edificadas en los pueblos del valle del
Genal, data del siglo XVI.
A
continuación pasamos por la plaza Vieja, donde encontramos una estatua que
representa al rey visigodo Wamba. En el pedestal de dicha estatua, un mosaico
de azulejos, nos narra la leyenda de cómo Wamba llegó a ser rey:
“Cuenta
una hermosa leyenda, conservada por nuestros mayores desde tiempo inmemorial,
que cuando quedó vacante el trono visigodo, fue elegido para ocuparlo Wamba.
Este vivía en Pujerra, donde se dedicaba a labrar sus tierras. Una comitiva
salió en su búsqueda para coronarlo y, como no sabían donde encontrarlo,
recorrieron toda la sierra hasta que, casualmente, lo hallaron arando las
tierras que poseía en el molino Capilla. Wamba se resistió a ser coronado
aduciendo su avanzada edad y su poca cultura. Finalmente, dejó la cuestión a la
voluntad divina: “Cuando esta aguijada que tengo en la mano florezca seré yo
rey de España”. Al hundir el palo en la tierra, se cubrió inmediatamente de hojas
y flores. Ante tal prodigio, tuvo que aceptar la corona.”
Giramos
a la derecha, para introducirnos en la calle Arrieros. Al poco, la calle, se convierte
en un carril hormigonado que en pronunciado descenso nos conduce hasta el
mirador de La Cruz, el cual encontraremos a nuestra izquierda. Pocos metros
antes, también a la izquierda, encontraremos un poste con una flecha
indicadora, que marca el punto de inicio del PR-A 225 “Júzcar – Pujerra”.
Nuestro itinerario coincidirá hasta el vado capilla con el trazado de este PR.
Desde
el mirador de La Cruz, tenemos magnificas vistas al entorno circundante,
destacando especialmente la cancha Armola (1.406 m.), el cerro Malhacer (1.146
m.), Los Riscos de Cartajima, el monte Jarastepar (1.431 m.) y el pueblo de
Cartajima. Asimismo ante nosotros se extiende un mar ocre de castaños.
El
origen de este mirador, parece estar relacionado con una tradición que en
Pujerra realizaban las jovencitas del pueblo, las cuales en sus casa, adornaban
una pequeña cruz de madera, forrándola de blanco y colocándole cadenetas y
flores de papel. La tradición con el tiempo se fue perdiendo, y el ayuntamiento
decidió erigir este mirador con el fin de recuperarla. El primer domingo de
mayo de cada año, las mujeres de Pujerra, son las encargadas de decorar de esta
forma la cruz del mirador.
Dejamos
atrás el mirador, para en escaso metros, junto a un gran ciprés y una
edificación, encontrar una bifurcación. A nuestra derecha, indicado por un
sencillo cartel, parte el camino que desde Pujerra se dirige a Igualeja, mientras
que a la izquierda, indicado por otro cartel semejante al anterior, que reza
“camino de Los Molinos”, parte otro ramal, por el cual tomaremos.
Desde
este punto, iniciamos un rápido descenso que nos conducirá al vado de Capilla.
En
veinte metros encontraremos a nuestra derecha un sendero el cual no tomaremos. El
sendero por el que transitamos, está flanqueado por encinas, alcornoques,
castaños, madroños y otros arbustos y plantas típicas del bosque mediterráneo,
que dan origen a numerosos rincones de gran belleza. En unos ciento sesenta
metros, a nuestra izquierda se abre otro sendero que no tomaremos.
Seguimos
descendiendo. Lo siguiente que encontraremos es en aproximadamente trescientos
metros, dos senderos que se abren a nuestra izquierda, y que no tomaremos. Tampoco
debemos preocuparnos en exceso de confundirnos de dirección con los senderos que encontremos a nuestro paso,
ya que el camino a seguir está convenientemente señalizado mediante hitos de
continuidad del PR-A 225.
Doscientos
cincuenta metros más adelante, intersecamos en nuestro descenso con la
carretera asfaltada que es hoy en día el antiguo camino de Pujerra a Júzcar. La
atravesamos y nos introducimos por la continuación del sendero que traíamos que
queda justo a nuestro frente.
Magnifica vista sobre la cancha Armola en un recodo del camino. |
Recorremos
los últimos trescientos veinticinco metros siempre en descenso, para llegar
finalmente a una explanada situada a la derecha de la carretera Pujerra-Júzcar.
Esta zona se conoce con el nombre de Capilla, y es posible que en dicha explanada
se localizase antiguamente el despoblado medieval de Cenay, también denominado
como Azanay o Cenajen, en el cual según la leyenda habría vivido Wamba antes de
ser proclamado rey.
Continuamos
por la carretera hacia la derecha. En este tramo el asfalto es sustituido por
un adoquinado, y en unos metros pasamos por un puente de hormigón que atraviesa
el cauce del río Genal (Vado de Capilla). Justo desde este punto, a nuestra
derecha, podemos ver las ruinas del molino del Puente Capilla (margen izquierda)
y del puente de Capilla o puente Canto (margen derecha), los cuales sufrieron
enormes daños por una avenida de agua en el año 1994.
Proseguimos
y en unos cincuenta metros más adelante, encontramos a nuestra derecha una pequeña
caseta, en cuya fachada observamos una placa de la Junta de Andalucía en la
cual reza “COTO DE PESCA RÍO GENAL – CASETA DE CONTROL”. Pasada esta, en
escasos cinco metros, también a nuestra derecha, se inicia un carril, por el
cual debemos encaminar nuestros pasos.
Este
carril, se conoce como camino del Helechar, y forma parte de la vereda que
desde Estepona se encamina a Ronda. Nada más introducirnos en el, iniciamos un
largo y en algunos tramos, pronunciado ascenso de algo más de dos kilómetros.
Debido a esto, a este tramo del camino del Helechar se le conoce comúnmente en
Pujerra y sus alrededores como La cuesta de Capilla o El Apeadero.
Recorridos
unos ciento veinte metros, a nuestra derecha, rodeado de numerosas chumberas, encontramos
el muro que limita, y la cancela que da acceso a la villa Cirilo, la cual
también es conocida en la zona como la casa de El Tejar. Esto se debe a que en
sus terrenos se situaba un alfar (obrador de alfarería), en el cual se
fabricaban tejas y ladrillos mazaríes (baldosas). Dicho alfar, que proveía de
dichos materiales de construcción a Pujerra y a otros pueblos de alrededor,
estuvo en activo hasta la década de los sesenta. Actualmente se conservan en la
finca los restos de uno de los hornos.
Proseguimos
el ascenso por la cuesta de Capilla, rodeados de alcornoques y quejigos. Poco
rato después, si volvemos la vista atrás, podremos ver al completo la población
de Pujerra encaramada en la ladera de su loma. A medida que caminamos, de tanto
en tanto, bien a nuestra derecha, bien a nuestra izquierda, se abren algunos
senderos, los cuales ignoraremos continuando en todo momento por el carril
principal el cual no tiene perdida posible.
Poco a
poco, el paisaje se hace más despejado, y el castaño aumenta su presencia. A
nuestra izquierda, comenzamos a tener magnificas vistas sobre Los Riscos de
Cartajima.
El
castaño poco a poco gana terreno, hasta hacerse predominante. La coloración
ocre de sus hojas alegra nuestra vista mientras ganamos altura. Caminamos entre
fincas dedicadas al cultivo de este árbol, pudiendo observar en algunas de
ellas, las viviendas de sus propietarios así como alguna que otra caseta de
aperos.
Cuando
llevamos recorridos aproximadamente un kilómetro trescientos metros desde la
casa de El Tejar, alcanzamos un nudo de caminos, en el cual primero se abre un
sendero a la derecha, y al poco se abre otro a la izquierda que se dirige a una
vivienda cercana.
Más o
menos desde este punto, la pendiente comienza a disminuir, a medida que
alcanzamos la zona alta de la loma por la que discurre el sendero, e incluso en
algunos tramos, el camino llanea. Esta zona más llana por la que transitamos,
recibe el curioso nombre de la Boca del Lechal. A nuestro paso, continúan
abriéndose, tanto a derecha como a izquierda, ramales que se dirigen a casas y
fincas próximas, y que no tomaremos.
Cuando
llevamos recorridos algo más de ochocientos metros desde el anteriormente
citado nudo de caminos, a nuestro frente y algo a la derecha, surge una bella
vista sobre el pueblo de Cartajima, el cual ya se muestra al alcance de la
mano. Detrás de este, vemos como telón de fondo la cancha Armola y el cerro
Malhacer, y más a la izquierda los riscos de Cartajima. La zona que vamos a
atravesar desde este momento, se denomina como Los Peñascos.
En unos
trescientos cincuenta metros, a nuestra derecha encontramos una explanada en la
cual se ha habilitado una pequeña área recreativa. Toda ella, está limitada por
una cerca de madera, y se encuentra equipada con unas cuantas mesas de madera
con sus correspondientes bancadas. Seguimos nuestro camino, o bien por el
sendero que traemos y que pasa por la izquierda el área recreativa, o bien
cruzando por el interior de esta, y reincorporándonos al sendero a través de
unas escaleras.
La
cercanía de Cartajima se hace cada vez más patente, apareciendo algunas
construcciones a los bordes del camino. En algo más de cuatrocientos metros, a
nuestra izquierda se abre un sendero, por el cual no tomaremos en este momento,
pero por el que posteriormente, tras visitar Cartajima, pondremos rumbo hacia
Júzcar.
En
cincuenta metros, a nuestra derecha se abre otro sendero el cual hemos de
desechar. Sesenta metros más allá, se origina un sendero a la izquierda que
igualmente no tomaremos. Justo en este punto, el carril terrizo, se transforma
en un carril hormigonado. Unos veinte metros más adelante, y a nuestra
izquierda, vemos un poste con una flecha indicadora, que marca el punto de
inicio del PR-A 224 “Cartajima - Júzcar”.
El
carril hormigonado, inmediatamente se ensancha, y se divide en dos calles que
se introducen en el pueblo. Nosotros tomaremos por la de la izquierda, la cual
en escasos cien metros, no conducirá al Mirador Cuenca Alta del Genal, desde
donde podemos contemplar hermosas vistas hacia Los Riscos y sus alrededores,
mientras nos tomamos un pequeño descanso.
Cartajima, es el pueblo del
valle del Genal situado a mayor altitud (846 m.). Podemos ahora perdernos por sus
calles encaladas, empinadas y estrechas, las cuales delatan en su trazado, el
origen árabe de esta población. En alguna de estas calles, podemos contemplar
unos paneles realizados en azulejos, los cuales nos informan sobre algunos
aspectos idiosincrásicos del pueblo (el término municipal, el mosto, Los Riscos
de Cartajima, la Guerra de la Independencia, los productos de la huerta, y los
moriscos). Por supuesto, antes de irnos, no podemos dejar de visitar la iglesia
parroquial de Nuestra Señora del Rosario, construida en el siglo XVI.
Tras finalizar nuestra visita al
pueblo, retrocederemos hasta volver al Mirador Cuenca Alta del Genal, y desde
este, seguiremos retrocediendo hasta alcanzar el poste indicador que marca el
inicio del PR-A 224 “Cartajima – Júzcar”. El trazado de dicho sendero de
pequeño recorrido, será el utilicemos para alcanzar Júzcar, el cual, tal y como
nos informa la leyenda de la flecha indicadora del poste, está aproximadamente
a una hora de camino.
Continuamos desandando camino,
desechando al igual que hicimos antes los senderos que se abren ahora a nuestra
derecha (veinte metros), y a nuestra izquierda (ochenta metros). Finalmente,
alcanzamos en unos ciento treinta metros medidos desde el poste indicador del
PR, el sendero que ahora se abre a nuestra derecha, que antes desechamos, y que
previamente indique, que tomaríamos para dirigirnos a Júzcar.
El nuevo sendero, que discurre
por la vertiente izquierda del arroyo Blanco, inicia un moderado descenso, que
se prolongará durante aproximadamente kilómetro y medio, hasta alcanzar el
cauce del arroyo. Inmediatamente el castaño hace acto de presencia, introduciéndonos
el sendero, en un entorno de fincas dedicadas al cultivo de la castaña. A cada
recodo del camino, ante nosotros se muestran estampas de gran belleza, en las
cuales la cromática otoñal de las hojas del castaño, el azul del cielo, y el
gris de la piedra de los riscos de Cartajima como telón de fondo, se
entremezclan para nuestro deleite.
Unos doscientos cincuenta metros
después de tomar el sendero, desecharemos un camino que parte a nuestra
izquierda. Unos ciento setenta y cinco metros más adelante, desecharemos
también a la izquierda, un senderillo que se dirige a una finca. En otros cien
metros, descartaremos un sendero que se abre a nuestra derecha. A partir de
aquí, encontraremos tanto a izquierda como a derecha, múltiples accesos a
fincas castañeras, los cuales descartaremos sistemáticamente, siguiendo siempre
por la senda principal. Durante el trayecto, en algunos cruces encontraremos
hitos de continuidad del PR-A 224, que nos ayudaran a seguir el camino
correcto.
En unos ochocientos setenta y cinco
metros desde que comenzamos a caminar por este sendero, pasamos junto a una
gran caseta de aperos, la cual se sitúa a nuestra izquierda.
En algo más de cuatrocientos
metros, alcanzamos el cauce, en el día de hoy seco, del arroyo Blanco. Lo
cruzamos, e inmediatamente después, atravesamos una angarilla, la cual
encontramos abierta (si la encontrásemos cerrada, tras nuestro paso, debemos
dejarla igualmente cerrada). Comenzamos a caminar ahora por la vertiente
derecha del arroyo, produciéndose un cambio de vegetación. El castaño cede su
dominio a la encina, encontrándonos junto a esta algunos alcornoques y algún
que otro quejigo.
Tras caminar un rato, si
volvemos la vista atrás, tendremos una magnifica vista sobre el pequeño valle
que encajona al arroyo Blanco. Destaca notablemente la diferente cubierta
vegetal que tapiza una vertiente y otra. Como ya hemos visto, mientras que en
la vertiente izquierda (a nuestra derecha), vemos como el castañar se extiende,
acompañado de manchas mas o menos extensas de zumaque (Rhus coriaria),
que en estas fechas exhiben una bella coloración rojiza, la vertiente derecha (a
nuestra izquierda), esta ocupada principalmente por el encinar. Una buena parte
de la explicación de este hecho, es la distinta naturaleza geológica del terreno.
Mientras que el terreno donde se asienta el castañar está constituido por
filitas, la otra vertiente, más próxima a los riscos de Cartajima, tiene una
naturaleza caliza. Esto, entre otras cosas, determina el tipo de vegetación que
puede desarrollarse sobre el terreno.
Continuamos caminando en suave
ascenso. Recorridos unos cuatrocientos setenta metros, en donde el camino
realiza una cerrada curva a la izquierda, podemos observar, a nuestra derecha,
los restos de una calera, integrados por un pozo circular, cuyo interior está
revestido por un muro de piedras. En estos pozos, antiguamente, se introducía
leña y encima de esta, piedra caliza. El pozo se cerraba con una bóveda de
piedras, que se recubría de vegetación y tierra. Se prendía fuego a la leña, a través
de un hueco en la parte baja del pozo, el cual era también utilizado para poder
avivar el fuego. El contenido de la calera se mantenía ardiendo tres días, alcanzándose
en su interior altas temperaturas (de 900º a 1200º C), transformándose la piedra
caliza (carbonato de calcio), en cal viva (óxido de calcio). Trascurridos estos
días, se procedía a la extracción de la cal, que posteriormente se mezclaba con
agua obteniéndose la cal apagada o cal muerta (hidróxido de calcio), la cual
era utilizada en construcción, y en el encalado de las fachadas de las
viviendas.
Algo más adelante, el castaño,
vuelve a hacer acto de presencia. Desde esta zona, podemos dirigir la vista
hacia de donde venimos, pudiendo contemplar parte de las casas de Cartajima, la
cancha Armola, el valle del arroyo Blanco, y parte de los Riscos. Si miramos a
nuestra izquierda, veremos el pueblo de Pujerra, rodeado de castaños, y colgado
de la ladera de su loma.
Al poco, nos percatamos de la
proximidad de una carretera, por el sonido de los vehículos al circular. Cuando
llevamos recorridos cuatrocientos noventa metros desde que dejamos atrás la
calera, el sendero muere en la carretera MA-7303 (antigua MA-518). En este
punto, encontramos un poste con flechas indicadoras del PR-A 224. Una de ellas
indica que Cartajima se encuentra a cincuenta minutos, y otra que Júzcar está a
10 minutos.
Tomamos la carretera a la
izquierda, y comenzamos a caminar por el arcén izquierdo de esta, tomando las
pertinentes precauciones ante el paso de los vehículos. Recorremos por esta
unos doscientos veinticinco metros, cuando a nuestra derecha, en una pequeña
explanada, vemos una señal de tráfico que indica hacia los riscos. A la derecha
de esta, vemos un panel informativo sobre las aves de la serranía de Ronda.
Cruzamos la carretera hacia estas señales.
En este punto, vemos como parten
dos carriles, uno terrizo a nuestra derecha, mediante el cual podemos
acercarnos hacia los Riscos, y otro a la izquierda, hormigonado, que en
descenso se encamina hacia Júzcar. Tomamos por este último. Mientras
descendemos a nuestra derecha, tenemos una magnifica vista del peñón de
Benamahoma (822 m.), el cerro del Romeral (967 m.), y el barranco por cuyo
fondo discurre el arroyo Majales.
El peñón de Benamahoma (primer termino), el cerro del Romeral (detrás), y el barranco del arroyo Majales (derecha). |
En unos trescientos cincuenta
metros, alcanzaremos las primeras edificaciones de Júzcar. Asimismo en este
punto, encontramos un poste del PR-A 224, el cual marca el punto de
finalización de este sendero de pequeño recorrido, y que indica que Cartajima
se encuentra a una hora de camino.
Entramos en Júzcar a través de
la calle de las Eretas, situada en el barrio de la Ereta, uno de los tres
barrios en que se divide el pueblo, los otros dos son el barrio Alto y el
barrio de la Fuente.
Júzcar, situado a 623 metros de
altitud, es el pueblo más irregular y disperso de todo el valle del Genal. En
el podemos visitar la Iglesia Parroquial de Santa Catalina, la cual data en
origen del siglo XVI, así como sus fuentes (Almáchar, Lampaina, del chorrillo Trujillo y de la Chorrera),
repartidas por diversos puntos del pueblo.
Sin embargo, lo que más
caracteriza a Júzcar desde el 16 de junio del año 2011, es el color azul en que
está pintado la totalidad del pueblo. Esto se debe a un acuerdo alcanzado entre
el ayuntamiento de Júzcar, y la productora cinematográfica Sony Pictures, con
el fin de promocionar la película “Los Pitufos 3D”. Para la presentación
mundial de la nueva producción de Sony se buscaba un lugar pacífico, con pocos
habitantes, de carácter tradicional y rodeado de naturaleza. Tras varias semanas
de deliberación y competición con otros pueblos de Andalucía que reunían estas
características se proclamó a Júzcar como el lugar ideal. En pocos días, el
pueblo se transformó por completo, pintando de azul la totalidad de las casas,
el ayuntamiento, la iglesia, la entrada del cementerio, etc., convirtiéndose
Júzcar en el “pueblo pitufo”.
Durante
todo el verano del 2011, el pueblo de Júzcar se mantuvo de color pitufo y se
aprovecho la ocasión para celebrar mercados (todos los sábados y domingos),
talleres, acontecimientos tradicionales, etc. En el mes de septiembre, Júzcar
volvería a ser uno de los pueblos blancos de Andalucía. Sin embargo debido a la
gran acogida que ha tenido el pueblo pitufo, se decidió prorrogar durante más
tiempo que el pueblo siguiese pintado de azul.
Añadido
a 19 de diciembre de 2011: Se estima que hasta la fecha, el pueblo pitufo, ha
sido visitado por unas 80.000 personas. Esto supone una gran dinamización económica
y de promoción para la zona, pero a la par, conlleva la incomodidad que supone
que la población se llene de visitantes cada fin de semana, con la consiguiente
pérdida de la tranquilidad habitual de Júzcar. Debido a ello, se acordó
realizar una votación popular el 18 de diciembre del 2011, para decidir si el
pueblo seguía de color azul, o se volvía a pintar del color blanco tradicional.
La votación dió la victoria al color azul por un 76% de los votos, por lo que
Júzcar seguirá siendo el pueblo Pitufo durante un periodo indeterminado.
Seguiremos atentos para ver de qué color será el futuro de Júzcar.
Una
vez visitado el pueblo pitufo y su mercadillo, hacemos un alto en el hotel el
Bandolero, para tomar un café. Junto a este hotel, se ubica una placa de azulejos que versa sobre
el término municipal de Júzcar.
Tras esto, iniciamos el regreso
hacia Pujerra. Para ello, salimos de Júzcar, por la calle de la Virgen de
Moclón, la cual se sitúa justo enfrente del hotel el Bandolero.
Salimos de Júzcar a través de la calle Virgen de Moclón. |
Caminamos descendiendo
suavemente. Poco después de dejar atrás las ultimas casas del pueblo, desechamos
un carril hormigonado que desciende a nuestra derecha. Ciento cincuenta metros
más adelante, desaparece el hormigonado del carril transformándose en terrizo.
Justo en este punto, parte a la derecha, un carril igualmente terrizo, el cual
también ignoraremos.
Nuestro sendero, el cual
discurre por la vertiente izquierda del río de Júzcar, y que es conocido como
camino de las Alcoberías, casi llanea, perdiendo altura levemente. Numerosos
chopos, jalonan sus márgenes, junto a numerosos zarzales. En unos seiscientos
cincuenta metros, alcanzamos un sendero que se abre a nuestra izquierda, y que
no tomaremos. Ciento veinticinco metros después, encontramos a nuestra derecha
e izquierda unas cancelas de acceso a fincas, nosotros seguimos al frente.
En su descenso, el sendero nos
aproxima cada vez más al cauce del río de Júzcar, el cual llevamos abajo a
nuestra derecha. Al otro lado del río, tenemos la ladera de la loma de
Benarrascón. Unos cuatrocientos metros después, encontramos un antiguo somier
de cama, cortando el sendero, que hace la función de cancela. La atravesamos
dejándola tal y cual la encontramos.
El río de Júzcar lleva un buen
caudal, pudiéndose escuchar en varios puntos del recorrido, un estruendo de
fondo, que delata la existencia de algún salto de agua que no podemos ver desde
nuestra posición.
Cuando llevamos recorridos unos
doscientos veinte metros desde que dejamos atrás el somier, encontramos a
nuestra izquierda, un nuevo sendero que no tomaremos. Poco después, la
pendiente del sendero aumenta. Descendemos rápidamente, y comenzamos a ver como
en ambos márgenes del camino, crecen gran numero de chumberas. A nuestra
derecha, llevamos una alambrada que flanquea el sendero. Más allá de ella,
podemos contemplar unos magníficos ejemplares de chopo, alargados y esbeltos.
Chumberas y chopos en las cercanías del vado sobre el río Genal. |
Magníficos ejemplares de Chopos (12/11/2011) |
Al poco, tanto a nuestra
izquierda, como a nuestra derecha, encontramos unas cancelas que dan acceso a
unas fincas. Nosotros seguimos al frente, introduciéndonos en una zona ocupada
por cañaverales. En escasos metros, por un hueco entre los cañaverales,
afluimos a la orilla derecha del río Genal.
Alcanzamos el vado del Genal, a través de un hueco en los cañaverales (12/11/2011). |
Caudal del río Genal. |
El
Genal fluye ante nosotros de izquierda a derecha, llevando un buen caudal, que
fácilmente nos cubriría hasta las rodillas. Un poco a la izquierda de donde nos situamos, encontramos tres
gruesas cuerdas tendidas de orilla a orilla, amarradas a los troncos de sendos
árboles, cuya finalidad es ayudar a vadear el río. En la otra orilla, un poco
más a la izquierda de las cuerdas, vemos como desemboca en el Genal un arroyo, se
trata del arroyo de la Hiedra. La vegetación que nos rodea, está compuesta por
cañaverales, zarzas, higueras y hiedra que tapiza árboles y el suelo en algunas
zonas.
Nos
disponemos a vadear el Genal, para ello tenemos dos opciones: o bien vamos
pasando por las piedras que quedan al descubierto en el cauce, agarrados a las
cuerdas, o bien nos descalzamos y atravesamos el caudal por donde mejor veamos.
No recomiendo intentar atravesar el río pasando sobre las cuerdas como si de un
puente tibetano se tratase. Las cuerdas no están colocadas muy adecuadamente
para esto, resultando dificultoso situarse sobre ellas. Además no tienen
suficiente tensión. Yo lo intente atravesar de este modo, y a mediación, la
oscilación de las cuerdas era tal que acabé dándome un remojón en el río.
Una vez situados en la orilla izquierda, reanudamos nuestro camino. Inmediatamente hemos de pasar agachados por debajo de las ramas de una gran higuera, prácticamente abatida sobre el sendero, pero viva.
Inmediatamente,
a nuestra izquierda se abre un senderillo, mientras que nuestro sendero, más
marcado, continúa al frente. Lo abandonamos un momento y nos desviamos a la
izquierda por el ramal antes citado. En tan solo quince metros, alcanzamos el
punto donde las aguas del arroyo de la Hiedra desembocan en el río Genal.
Retrocedemos lo andado.
Caminamos
ahora por la denominada vega de Juan de Dios, por un estrecho sendero, llevando
en paralelo a la izquierda, el cauce del arroyo de la Hiedra. A nuestra
derecha, discurre un vallado semioculto por la abundante vegetación, que marca
el límite de una finca.
En unos
setenta metros, a nuestra derecha, encontramos la cancela que da acceso a la
finca antes citada. A través de ella, apreciamos que está dedicada al cultivo
de árboles frutales de cítricos. A la izquierda, vemos un vado a través del
cual podemos cruzar el arroyo de la Hiedra, y alcanzar un carril. A nuestro
frente, vemos como el sendero inicia un tramo en ascenso, en el cual se han
realizado una serie de escalones mediante tablones y piedras.
Subimos
por la escalera, para en unos veinte metros, conectar con un sendero que se
extiende de derecha a izquierda. Desechamos el ramal de la izquierda,
comenzando a andar por el de la derecha. Ascendemos suavemente por un precioso
sendero, flanqueado por encinas y alcornoques de escaso porte. Entre ellos,
podemos encontrar algunos arbustos de cornicabra. Asimismo a nivel del suelo
encontramos algunos tipos de helechos y numerosas plantas herbáceas.
El
ascenso se prolonga durante ciento cincuenta metros, tras los cuales alcanzamos
una bifurcación del camino. A nuestra izquierda, parte un sendero, a través del
cual regresaremos hacia Pujerra. Sin embargo, no lo tomaremos en este momento,
ya que antes nos acercaremos a visitar las ruinas de la Real Fábrica de Hojalata
de Júzcar. Para ello continuamos por el sendero que continua a nuestro frente.
En veinticinco metros llegamos a una nueva bifurcación. Desechamos el sendero
que parte a nuestra derecha, y continuamos a la izquierda por un carril no muy
ancho que desciende.
Al
poco, a nuestra derecha, vemos una vega, en la cual se asienta una cortijada.
El camino nos conduce hacia ella. En unos ciento treinta metros, donde el
carril hace una cerrada curva a la derecha, en el margen izquierdo del camino,
encontramos un depósito de agua con forma cúbica, del cual se desprende un
chorro de agua a modo de fuente.
En unos
cien metros más, alcanzamos las inmediaciones de la cortijada. Se trata de la
actual finca La Fabrica. Gran parte de los edificios que la integran, son
antiguas dependencias de la Real Fábrica de Hojalata de Júzcar, que han sido
rehabilitadas, entre ellas la antigua capilla.
Finca La Fábrica (12/11/2011). |
Antigua capilla de la Real Fábrica de Hojalata de Júzcar (12/11/2011). |
En
1.725, se instaló cerca de Júzcar, en esta amplia vega próxima al río Genal y a
la desembocadura del río de Júzcar, una importante industria siderurgica, para
la elaboración de hojalata. Esta recibió el nombre de Real Fábrica de Hoja de
Lata de San Miguel. Las razones para instalar en este lugar dicha fábrica
fueron múltiples. En primer lugar la riqueza en mineral de hierro de la
Serranía de Ronda, así como la riqueza en masas arboladas de los contornos de
Júzcar, las cuales proveerían madera para hacer funcionar los altos hornos. En
segundo lugar, la presencia del río Genal, el cual prestaría su energía para
poner en funcionamiento los ingenios de la fábrica. Y por ultimo la relativa
cercanía de los puertos marítimos del Mediterráneo y Atlántico, necesarios para
llevar la hojalata al mercado español e iberoamericano.
Alrededor
del edificio principal de la fábrica, se edificaron otros con diversas
funciones, asi como un poblado para los obreros, el cual incluía una pequeña
iglesia o capilla. En 1.726, el rey Felipe V, concede a estas instalaciones la
exclusividad para fabricar hojalata en todo el territorio español durante
quince años.
Sin
embargo, la producción de esta fabrica, fue siempre problemática y poco
rentable, por varios factores. El primero de ellos, es la existencia de
periodos de estiaje en el río Genal que durante periodos del año, dificultaban
el normal funcionamiento de los ingenios. El segundo y quizás el más importante
fuera el alto costo del transporte del mineral de hierro desde las minas, y
posteriormente del producto acabado hacia los puertos, debido a la deficiente y
dificultosa red de comunicación existente, lo cual aumentaba en mucho los
costes de producción. Y finalmente, la entrada en competencia con los altos
hornos del norte de España. Todo esto hizo inviable la explotación que
finalmente ceso su actividad a finales del siglo XVIII. Durante el tiempo que estuvo
activa fue un motor económico para la zona, empleando a gran numero de arrieros
y obreros locales. En contrapartida, fomentó la deforestación de la zona.
Rodeamos
la finca por la derecha, para acercarnos a las ruinas del edificio principal de
la fábrica, entre cuyas arcadas interiores crece un inmenso nogal.
Dentro
de las ruinas de este, observamos los restos del mecanismo del ingenio que
transformaba la fuerza de la corriente del río Genal, el cual discurre junto al
lateral izquierdo del edificio, en fuerza motriz para la fábrica.
Resto del mecanismo que transmitía la fuerza del río a la maquinaria de la fábrica (12/11/2011). |
"Ventana al Genal" (12/11/2011). |
Río Genal a su paso por la Fábrica de Hojalata (12/11/2011). |
Damos
por finalizada la visita a las ruinas de la fábrica de hojalata, y comenzamos a
desandar el camino, hasta situarnos en el comienzo del sendero que
anteriormente dije que usaríamos para retornar a Pujerra. Una vez allí
continuamos nuestra ruta.
En unos
quince metros, vemos como el sendero es cruzado por una gruesa manguera de goma
negra que se extiende de derecha a izquierda. Justo en ese punto, a nuestra
izquierda parte un senderillo que no tomaremos.
Caminamos
ahora por la ladera de la loma Corona, subiendo por un sinuoso sendero, el cual
en algunos puntos, alcanza la cresta de la loma, permitiéndonos ver tanto en
dirección al cauce del Genal como al cauce del arroyo de la Hiedra. Asimismo en
la lejanía, vemos el azul caserío de Júzcar.
Al poco, comenzamos a llevar a nuestra izquierda una alambrada. Cuando llevamos recorridos unos doscientos setenta y cinco metros desde que tomamos este sendero, alcanzamos una era en bastante buen estado de conservación.
Incorporación del río de Júzcar al Genal, visto desde la loma de la Corona (12/11/2011). |
Vista sobre Júzcar desde la loma de la Corona. |
Vista hacia el noreste desde la loma de la Corona. |
Al poco, comenzamos a llevar a nuestra izquierda una alambrada. Cuando llevamos recorridos unos doscientos setenta y cinco metros desde que tomamos este sendero, alcanzamos una era en bastante buen estado de conservación.
Continuamos
caminando, siempre con la alambrada a nuestra izquierda. En unos setenta
metros, en el vallado, encontraremos una angarilla por la que debemos pasar
para continuar hacia Pujerra. Más o menos en el mismo punto, comenzamos a ver a
nuestra derecha, unos muretes de piedra. Si miramos con atención nos percataremos
que dichos muros forman parte de unas rusticas viviendas. Se trata de las casas
del antiguo despoblado de los Casarones.
Posponemos
cruzar la angarilla, y continuamos por el sendero a nuestro frente, pasando
junto a varias de estas viviendas. El sendero gira a la derecha, y en leve
ascenso se encamina hacia el despoblado de Moclón. Como vamos algo justos de
horas de luz, decidimos posponer la visita a Moclón para otro día, así que
retornamos por el camino andado hasta situarnos nuevamente en la angarilla.
Una vez
en esta, la abrimos no sin cierta dificultad. La atravesamos y tras cerrarla
nuevamente comenzamos a andar a nuestra izquierda por un nuevo sendero, en el
cual en su margen encontramos pequeños quejigos, y algunos alcornoques de gran
porte.
El
sendero desciende en dirección al cauce del arroyo de la Hiedra. En algo más de
cien metros, a nuestra derecha se abre otro sendero, el cual no tomaremos. Unos
cuarenta metros más adelante, pasamos por nuestra izquierda, junto a un quejigo
de cierto porte, el cual no ha podido sujetarse adecuadamente al terreno y ha
caído sobre la ladera, aunque aun se encuentra enraizado y vivo.
Proseguimos
perdiendo altura, serpenteando por la ladera noreste de la loma de la Corona.
En menos de ciento cincuenta metros, llegamos a una angarilla, la cual
cruzaremos y dejaremos convenientemente cerrada.
En
escasos metros, llegamos al cauce del arroyo de la Hiedra, el cual vadeamos si
su caudal es escaso pasando de piedra en piedra, o con la ayuda de dos troncos
dispuestos sobre el a modo de puentecillo, si el nivel del agua es alto.
Alrededor
de veinte metros después, alcanzamos una nueva angarilla, la cual del mismo
modo que las anteriores dejaremos cerrada tras nuestro paso.
El
sendero asciende fuertemente y atraviesa una zona rocosa con numerosas piedras
sueltas. Al poco, a la izquierda, en la lejanía, vemos como el cauce del arroyo
de la hiedra forma un salto de agua en el fondo de un barranco.
Seguimos
ascendiendo, haciéndose el sendero más quebrado. A la par, se encajona entre
coscojas, matorral diverso y alcornoques de escaso porte, siendo en algunos
tramos poco evidente.
Recorridos
algo más de doscientos ochenta metros desde la última angarilla, llegamos a una
bifurcación de senderos. Desecharemos el de la izquierda, y tomaremos por el de
la derecha. Durante un tramo nos acompañara una gruesa manguera de goma negra
que procede de una alberca situada algo más arriba.
En unos
ciento treinta metros, alcanzamos una nueva bifurcación. En este caso podremos
optar por cualquiera de los dos senderos. El que parte hacia la izquierda, algo
más en ascenso, conduce hasta un carril en unos setenta metros. El que parte a
la derecha con una menor pendiente, da un rodeo más largo, pasando en algo más
de cien metro junto a la alberca de la cual procede la goma antes citada, y que
se conoce como alberca de la Alcaría. Finalmente este sendero en otros noventa
metros, acaba desembocando en el mismo carril que lo hacia el otro, más o menos
en el mismo punto.
Una vez
en el carril, tomamos este a nuestra derecha y continuamos ascendiendo. Si
miramos a nuestra derecha abajo, tendremos otra perspectiva de la alberca de la
Alcaría, mostrándonos su singular forma.
Ascendemos
ahora con más inclinación. Ciento cincuenta metros más adelante, a nuestra
derecha parte un sendero, el cual ignoraremos, siguiendo en la dirección que
traíamos.
Unos
sesenta metros más adelante, alcanzamos una puerta metálica de dos hojas, la
cual corta completamente el carril. Esta puerta no se encuentra asegurada con
cadena alguna, pudiéndose perfectamente abrir. La abrimos y pasamos por ella,
dejándola nuevamente cerrada.
Poco a
poco, los quejigos, encinas y alcornoques que nos han acompañado durante un
buen tramo de nuestro recorrido, van cediendo su hegemonía nuevamente al
castaño. Discurrimos ahora en suave ascenso entre fincas dedicadas al cultivo
de la castaña. Encontramos algunos ramales a izquierda y derecha que dan paso a
los campos de castaños y fincas, y que obviaremos siguiendo al frente por el
carril principal.
Caminando por el camino de la Complilla. |
Vista sobre la cancha Armola, desde el camino de la Complilla. |
El
carril por el que caminamos, recibe el nombre de camino de la Complilla. Cuando
llevamos recorrido por el aproximadamente un kilómetro desde la puerta
metálica, a nuestra derecha y arriba, comenzamos a ver el cementerio de
Pujerra. Unos metros más adelante, también a la derecha, pasamos junto a una
casilla. En setenta y cinco metros, a la izquierda, encontramos un camino cuya
entrada está cortada por una cadena. Lo ignoramos. En metros, el carril
terrizo, se torna hormigonado, y poco después, a nuestra derecha, parte un
ramal, que se dirige al cementerio.
Hojas de Castaño. |
El ocaso ya está próximo. |
Castaños casi desnudos. |
Entramos en Pujerra con las últimas luces de la tarde. |
Entramos
en Pujerra con las últimas luces del ocaso, por la calle Esperón. Tan solo nos
queda callejear un poco por el pueblo, para alcanzar la fuente del Hiladero,
donde se encuentra situado nuestro vehículo, poniendo punto y final a esta
diversa y variopinta ruta por el valle del Genal.
Bibliografía:
-
“Valle del Genal – Guía del excursionista”.
Rafael Flores Domínguez. Editorial La Serranía. Ronda 2007.
-
“Guía Botánica de la Serranía de Ronda”.
Manuel Becerra Parra. Editorial La Serranía. Ronda 2008.
-
“Avance del Plan General de Ordenación
Urbanística de Pujerra – Memoria”. Oficina de Planeamiento de la Diputación
Provincial de Málaga. 2006.
Gran entrada y gran ruta. Enhorabuena.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu amable comentario.
EliminarHace ya algunos años que el acceso al antiguo edificio de la Fabrica de Hojalata de Juzcar, estaba vedado por un vallado. Sabíamos que se estaban llevando a cabo obras en ella, pero sin saber con que fin. Esta noticia clarifica el asunto:
ResponderEliminarhttp://www.diariosur.es/interior/201611/07/recuperan-antigua-fabrica-hojalata-20161107103130.html